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En una liga tan apasionada como la LIDOM, las emociones suelen estar al filo del desborde. Sin embargo, el presidente de la liga, Vitelio Mejía, ha decidido tomar cartas en el asunto para equilibrar la pasión del espectáculo con el respeto por las normas.

La pelota invernal dominicana es un espectáculo que trasciende el deporte. Desde los sonidos ensordecedores en los estadios hasta los comentaristas que narran cada jugada con una pasión desbordante, todo está diseñado para electrificar a los fanáticos. Pero, como señala Mejía, la adrenalina debe mantenerse dentro de ciertos límites.

“La emoción es parte del juego, pero no puede convertirse en una excusa para cruzar la línea”, declaró Mejía, en referencia a la necesidad de moderar las transmisiones y el comportamiento en los estadios. “A veces la adrenalina del juego se usa como defensa para justificar comportamientos fuera de las reglas, y eso no puede seguir así”.

¿Un exceso de adrenalina?

Las declaraciones del presidente llegan en un momento en que los niveles de intensidad dentro y fuera del terreno han generado preocupaciones. Las transmisiones, consideradas la voz del espectáculo, son uno de los focos principales de atención. Mejía destacó que la reunión con las cadenas de transmisión tiene como objetivo no limitar la pasión, sino canalizarla dentro de un marco de disciplina que respete las normas.

El ruido en los estadios es otro punto crítico. Según Mejía, los decibeles permitidos son claros en las reglamentaciones, pero la lluvia de sonidos a veces supera lo permitido. En este sentido, LIDOM busca garantizar que el espectáculo sea vibrante pero respetuoso, tanto con los actores del juego como con los fanáticos.

El caso de los Titanes del Caribe

En relación con la polémica por la organización de los juegos Titanes del Caribe en Puerto Rico, Mejía fue claro: “Ese no es un compromiso de la liga, nuestro único deber es ir a jugar béisbol”. El evento, programado para diciembre, será un escaparate del talento dominicano frente a la afición boricua, pero su logística recae en los promotores del evento y no en LIDOM.

Mejía defendió la decisión de jugar en Puerto Rico al considerar a la isla como una “liga hermana”. Sin embargo, dejó claro que el enfoque de LIDOM sigue siendo el béisbol, manteniéndose al margen de los acuerdos logísticos o políticos involucrados en la organización del evento.

¿Qué significa para LIDOM este enfoque disciplinario?

El llamado de Mejía a “dar mantenimiento al vehículo” es un reconocimiento de que incluso las mejores ligas necesitan ajustes periódicos. El balance entre la pasión y la disciplina no solo afecta la calidad del espectáculo, sino también la imagen de la liga.

Para muchos, esta intervención podría ser el inicio de un nuevo capítulo en LIDOM, uno donde la profesionalización y el respeto por las normas se conviertan en valores centrales, sin sacrificar la esencia vibrante que caracteriza al béisbol dominicano.

Un futuro con reglas claras

El esfuerzo por alinear a todos los actores del juego dentro de un marco disciplinario es ambicioso, pero también necesario. Mejía ha demostrado que está dispuesto a enfrentar los retos que conlleva este equilibrio, confiando en que tanto los jugadores como los demás actores comprenderán la importancia de seguir las reglas.

En última instancia, el éxito de estas medidas dependerá de la cooperación de todos los involucrados, desde los jugadores hasta las cadenas de transmisión. Si se logra este objetivo, LIDOM no solo seguirá siendo un espectáculo apasionante, sino también un ejemplo de organización y profesionalismo en el béisbol regional.

Pasión con propósito

Las emociones son el alma del béisbol, pero cuando se desbordan, pueden convertirse en un obstáculo para el desarrollo de la liga. La visión de Mejía representa un llamado a la madurez colectiva, donde la pasión no se diluya, pero se canalice hacia el propósito común de engrandecer a LIDOM.

La pregunta que queda en el aire es: ¿será la adrenalina capaz de adaptarse a las reglas? El tiempo y la respuesta de los actores del juego tendrán la última palabra.