Mientras las lesiones se multiplican en el deporte de alto rendimiento, Cristiano Ronaldo desafía las estadísticas con 40 años, sin roturas musculares y compitiendo cada tres días. Su fórmula es simple, radical y poco escuchada: entrenar menos… pero recuperar más y mejor.

Hace unas semanas, en un grupo de WhatsApp que comparto con varios amigos aficionados a la NBA, discutíamos sobre la creciente cantidad de lesiones sin contacto que están alterando los rumbos de los equipos en playoffs. La conversación, como suele pasar entre fanáticos, rápidamente se extendió a otros deportes, especialmente al béisbol. Comentamos casos como el de Shohei Ohtani, quien siendo aún joven ha tenido que someterse ya a dos cirugías Tommy John, o el de Mike Trout, que pese a haber asegurado su entrada al Salón de la Fama en su primera década, ha visto su proyección histórica truncada por problemas físicos. Lo que más nos inquietaba era que estas lesiones ya no llegan al final de las carreras, sino en pleno prime o incluso antes, en ligas menores. Casos como el de Ronald Acuña Jr. se han vuelto comunes. Lo debatíamos también desde el ángulo de nuestros equipos de fantasy, donde la frustración por perder figuras clave es constante, pero lo que hay detrás va mucho más allá del juego.

La posible respuesta a ese fenómeno —o al menos, una explicación sensata y basada en la experiencia— la encontré casi sin buscarla anoche, al volver a ver una entrevista que Cristiano Ronaldo concedió al canal Los Amigos de Edu en YouTube, en febrero de este año. Al escuchar con atención su teoría sobre el desgaste físico y el entrenamiento moderno, todo empezó a tener más sentido.

En medio de una época en la que las lesiones se han vuelto una epidemia silenciosa en el deporte de élite, la filosofía de entrenamiento y recuperación de Cristiano Ronaldo ofrece una mirada lúcida y, sobre todo, urgente. Ya no se trata solo de talento o disciplina. Hoy, sobrevivir sano a la élite es un arte.

El fútbol europeo, la NBA y la MLB están atravesando una de las etapas más críticas en cuanto a lesiones. En el baloncesto, la cantidad de desgarros sin contacto y lesiones de ligamentos se ha disparado. En el béisbol, las cirugías Tommy John se han vuelto casi una etapa iniciática para los lanzadores jóvenes. Y mientras tanto, un jugador de 40 años como Cristiano Ronaldo sigue en pie, compitiendo cada tres días, sin lesionarse y marcando goles. ¿Qué está haciendo diferente?

Cristiano lo explica con claridad en una reciente entrevista desde Arabia Saudita:“El entrenamiento no es solo el campo. Si juego tres horas, tengo que recuperar tres horas. Esa es mi filosofía. La recuperación es tan importante como el entrenamiento mismo”.

Cristiano lo deja claro: “Jugar cada tres días es muy exigente. El cuerpo necesita más tiempo para recuperarse. Hay jugadores que, a las 48 horas, siguen inflamados, pero igual los mandan al campo a entrenar fuerte. ¡Eso no tiene sentido!”. Y añade: “Yo he visto compañeros completamente reventados, pero no lo dicen por miedo a perder el puesto. El partido ya te da cardio, intensidad, fondo. ¿Para qué vas a seguir castigando al cuerpo al día siguiente?”.

Para muchos entrenadores, el día después del partido es igual de intenso. Pero según Cristiano, ahí está el error. El segundo día tras un partido es cuando el cuerpo está más vulnerable. Y lo dice con respaldo científico: “Medimos la CPK (creatina fosfoquinasa), que revela el daño muscular. A las 48 horas, muchos jugadores siguen inflamados. No puedes mandarlos a hacer sprints.”

Esta visión tiene consecuencias que van más allá del fútbol. En la NBA, los entrenamientos forzados entre juegos y la falta de recuperación están provocando fatiga acumulada. Los cuerpos no descansan, y los ligamentos pagan el precio. En la MLB, la especialización temprana y la sobrecarga de repeticiones antes de los 20 años están destruyendo brazos prematuramente.

Cristiano propone una solución incómoda pero necesaria: menos volumen, más inteligencia. “¿Para qué entrenar más, si el partido ya te da fondo, cardio, intensidad?”, plantea. Y tiene razón. El deporte moderno exige un enfoque nuevo, donde la lógica fisiológica reemplace al viejo orgullo del “más es mejor”.

Lo más revelador es que Cristiano puede permitirse decirlo. Su estatus de leyenda, sus cinco Balones de Oro y su reputación irreprochable de disciplina le otorgan una autoridad que muy pocos atletas podrían invocar sin ser cuestionados. “Yo hago mi propia gestión”, afirma, sin temor a que lo acusen de perezoso o de querer privilegios. Pero ¿qué pasaría si un joven jugador de 24 años dijera lo mismo? ¿Si planteara que no puede entrenar fuerte a las 48 horas? Seguramente sería visto como débil o poco comprometido. El problema no es solo físico, sino cultural. Muchos entrenadores siguen anclados en el modelo de más carga, más sesiones, más intensidad. No se dan cuenta —o no quieren aceptar— que algo no está funcionando. Porque en teoría, el deporte profesional nunca ha tenido tantos recursos médicos, herramientas de control, tecnología de recuperación. Sin embargo, las lesiones crecen. ¿Cómo se explica? Cristiano no solo lo dice; lo demuestra con hechos. A los 40 años, sin historial reciente de lesiones musculares y con un calendario competitivo tan exigente como el de cualquiera, es la prueba viviente de que quizá entrenar menos… sea la forma de rendir más.

Más entrenas, más te rompes, es lo que Cristiano Ronaldo entendió antes que todos.

La élite necesita atletas disponibles. El talento no sirve lesionado. Y mientras otros caen, Cristiano sigue compitiendo. Porque más allá de su talento, su verdadero superpoder ha sido la inteligencia de saber cuándo parar.

Es hora de escucharle.

El deporte de alto rendimiento necesita un cambio de paradigma urgente. Las lesiones ya no son accidentes del destino: son síntomas de una sobreexigencia disfrazada de profesionalismo. En un mundo donde todo se mide, el cuerpo también está gritando sus propios números. Y mientras los talentos del futuro caen en serie, un veterano como Cristiano Ronaldo sigue demostrando —con rutina, inteligencia y respeto al cuerpo— que el secreto quizá no está en entrenar más, sino en hacerlo mejor.

Cristiano Ronaldo, el atleta que nos obliga a repensar el entrenamiento. Lesiones sin contacto, estrellas caídas y la advertencia que no escuchamos: entrenar menos, rendir más, es el principio que podría salvar a toda una generación de atletas.

Tal vez el mayor avance que el deporte moderno necesita… no sea una máquina nueva, sino la humildad de repensar todo lo que creíamos saber.

La plaga de las lesiones tiene explicación, y Cristiano ya la dio.