Solo le ha faltado triunfar en Grandes Ligas y pudo hacerlo, quizás un poco de mala suerte dio al traste con el hecho de que Maya no se llenara de gloria en la Gran Carpa, vistiendo la franela de los Nacionales de Washington, pero no, no fue así, en tres temporadas solo pudo ganar 1 juego con el equipo grande, allí en la capital de Estados Unidos.
No obstante, el caso del cubano es uno de esos que no necesitan de anillos ni jugar un determinado número de temporadas en MLB para saberse exitoso.
El caribeño lo ha sido, desde sus años en la Isla, vistiendo la franela de los Vegueros de Pinar del Río, mostró condiciones, incluso su historia como recogedor de pelotas en el estadio Capitán San Luis de la occidental provincia de Cuba, esa historia desde abajo, enaltece mucho más su figura…hablamos de un guerrero, de El Guerrero.
Ayer y hoy
Hoy a sus 41 años, pero luciendo como el buen vino, Maya se apresta a sumar otra temporada más en el máximo certamen del béisbol dominicano, la LIDOM, vistiendo el uniforme de las Águilas Cibaeñas y erigiéndose como el pitcher número 1 del staff.
Con 9 temporadas en el certamen quisqueyano, hablar de Maya es hablar de una leyenda viva del montículo, ante la que cualquier fanático se quita el sombrero.
Siete finales, 5 títulos y un respeto ganado como pocos, al punto de que el criollo ha representado a todos los equipos de la LIDOM, a excepción de los Leones del Escogido.
Momentos únicos… la leyenda
Y hay tantos momentos para definir a la figura de Maya en toda su dimensión, el Clásico en 2006, luego en 2009, tantas finales en la LIDOM, con los Toros del Este hace dos años, con las Estrellas Orientales hace tres temporadas o con el Licey en 2014; en todos estos momentos, mostrando su mejor versión, con ese porte como de asesino en serie, frío, meticuloso, retando a los rivales en el box.
Hace 16 años en Puerto Rico, durante la primera ronda del primer Clásico Mundial, pudo haber nacido su leyenda con ese relevo de altos quilates ante el poderoso elenco panameño que contaba entre otros, con hombres como Carlos Lee, Rubén Rivera y Carlos Ruiz.
Ese día, a comienzos de marzo, en Hiram Bithorn de San Juan, Maya salió en el noveno inning con las bases llenas, ponchó al peligroso Lee y dominó a Rivera con elevado al cuadro, para colgar un cero de leyenda y dejar ese recuerdo como uno de los grandes momentos en la historia de estos eventos.
Dar la cara a la hora cero
Tres años después, en San Diego, en el Petco Park, durante la segunda ronda del Clásico de ese año, Maya puso a soñar a todos en Cuba con tres entradas de excelencia frente al poderoso Japón pero en la cuarta, cuando todo apuntaba a otro cierre magistral, con dos outs y bases llenas, Yoenis Céspedes no pudo atrapar un batazo que parecía cómodo en el jardín central y acabó todo, pero otra vez Maya sacó la cara cundo pocos tuvieron el coraje de dar el paso al frente.
Desde entonces, su figura trascendió como la de los grandes momentos y no pudo hacerse justicia en Las Mayores, pero igual en la KBO, en la pelota profesional de Corea del Sur, Yunesky Maya también sentó un bonito legado cuando lanzó el juego perfecto número 12 en la historia de ese certamen.
Este es el Maya que, en unos días, subirá a la lomita por las Águilas Cibaeñas, para comenzar a escribir un nuevo capitulo en su memorable carrera deportiva.