Cuando el mejor abridor de un equipo anuncia públicamente que se siente bien y que lanzará todos los innings que pueda sin problema es una buena noticia para ese equipo y una mala para los adversarios. Esto fue lo que ocurrió el viernes, cuando César Valdez habló frente a los medios de comunicación, una vez finalizado el compromiso.
“Tengo una molestia en la espalda, estamos batallando con eso, pero se le cae encima y uno se mantiene haciendo lo que debe para mejorar”, dijo. Luego declaró tajante. “Me siento en salud. Mi meta es salir allí y tratar de ir la mayor cantidad de innings que yo pueda. Ahora estamos en salud y todo dependerá de cómo va el juego, porque uno se va ajustando”.
Valdez, en el partido del viernes contra los Gigantes del Cibao, demostró su temple. Duranre los primeros innings tuvo que lidiar eon el descontrol, la defensiva y factores de juego. Sin embargo no perdió la calma y luego de realizar 102 lanzamientos, 64 de ellos en strike, salió el partido.
“A veces las cosas no salen como un quiere”, comenta Valdez. “Todo el crédito par ellos. Ellos están allí detrás haciendo su trabajo”.
Ahora no fueron únicamente los ajustes defensivos. Él también tuvo que lidiar con el descontrol. Llegó a conceder hasta cuatro bases por bolas, pero Valdez pudo salir bien librado del lance. “Me sentí bien, gracias a Dios. Un poquito tambaleante en los primeros innings, pero después apretamos, hice los ajustes y se pudo tener un buen partido”.
El próximo juego que le toca abrir a Valdez es el miércoles contra los Gigantes, pero en San Francisco de Macorís. “Si me toca, pues me toca. Abriremos”, destacó.
Y es que mucha gente cree que Valdez es un robot. Su aura de invencibilidad y su manera de trabajar en cada salida le hace pensar al fanático del Licey que el derecho es invencible. No. Valdez tiene 37 años, debe lidiar con dolores, molestias, problemas como todos nosotros. El secreto, y eso es más que sabido, está en la ética de trabajo.
Los contrarios van a pasarla mal. Valdez ha sido consistente en el montículo desde 2019. Ha sido el lanzador derecho al que menos le han bateado y en todos los estadios saca outs y mantiene a su equipo allí, para que la ofensiva responda y se puedan ganar los compromisos.