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Este viernes 20 de junio, Boca Juniors y Bayern Múnich se reunirán en el Hard Rock Stadium de Miami, pero para los hinchas xeneizes este cruce trasciende el presente: es la reedición de aquella final Intercontinental de Tokio 2001, cuando un arbitraje polémico terminó inclinando la balanza en favor del elenco bávaro.

2001: Un partido cargado de controversias

El 27 de noviembre de 2001, en el Estadio Nacional de Tokio, Boca llegaba como bicampeón de la Copa Libertadores, mientras Bayern lo hacía con la reciente Champions LeagueMarcelo “Chelo” Delgado fue expulsado a los 45′, tras una segunda amarilla por simulación en una acción frente al arquero Oliver Kahn, dejando a Boca con uno menos durante prácticamente todo el partido.

El momento de la expulsión a Marcelo Delgado, uno de los puntos claves donde el partido cambió a favor del equipo alemán.
El momento de la expulsión a Marcelo Delgado, uno de los puntos claves donde el partido cambió a favor del equipo alemán.

En el segundo tiempo, Paulo Sérgio le aplicó una plancha y codazo a Riquelme sin que el árbitro Kim Milton Nielsen lo sancionara, mientras que la jugada del gol de Samuel Kuffour a los 109′ llegó tras una falta clara de Giovane Élber sobre Clemente Rodríguez, reconocida públicamente por Élber.

Samuel Kuffour: El grito de gol a falta de 10 minutos para el pitazo final.
Samuel Kuffour: El grito de gol a falta de 10 minutos para el pitazo final.

El desarrollo del partido: tensión contenida en cada pase

En Tokio, el tablero fue más estratégico que espectacular. Carlos Bianchi armó un equipo compacto, que supo sostener el equilibrio aun cuando la presión del rival crecía. Óscar Córdoba, inoxidable en los grandes escenarios, volvió a vestirse de muralla. A su resguardo, Jorge Bermúdez imponía respeto, Walter Samuel era firmeza pura y un joven Clemente Rodríguez empezaba a mostrar el desparpajo que lo haría leyenda.

En el eje del juego, Juan Román Riquelme manejaba los tiempos como si tuviera metrónomo en los botines. Boca jugaba al ritmo que él decidía, buscando espacios en un campo en donde sobraban piernas y faltaban centímetros.

Del otro lado, Ottmar Hitzfeld plantó un Bayern con nombres que pesaban como títulos: Oliver Kahn, Kuffour, Lizarazu, Sagnol, Élber, Sérgio, Pizarro… una constelación europea que, sin embargo, chocaba una y otra vez contra el orden defensivo xeneize. Dominaban la posesión, sí, pero la profundidad era un enigma que no lograban descifrar. Cada llegada era esporádica y cada remate, más forzado que preciso.

Lo que predominó fue la tensión: ese tipo de partidos donde el error se siente tan letal como un gol en contra. Y cuando parecía que todo se definiría desde los once metros, llegó el momento que marcó la historia.

La desilusión de Riquelme, hoy como presidente buscará ganarle a los bávaros.
La desilusión de Riquelme, hoy como presidente buscará ganarle a los bávaros.

2025: la revancha pactada

Hoy, en Miami, el contexto es otro. El Mundial de Clubes 2025 es la plataforma ideal para cerrar la herida del pasado. Con Juan Román Riquelme como presidente, Boca llega con una mezcla de fútbol, historia y justicia deportiva.

La introducción del VAR pone cada decisión bajo el microscopio: ¿quedará a salvo de decisiones polémicas como las de Nielsen? Es el gran interrogante que rodea al cruce actual con Bayern.

En definitiva, este Boca vs Bayern es mucho más que un duelo futbolístico. Es un retrato de la evolución del fútbol: de la injusticia arbitrada en Tokio hacia una nueva era donde la tecnología y la dirigencia xeneize reclaman equidad y justicia deportiva. Si antes “murió de pie”, hoy está obligado a resucitar con honor, en un partido que puede convertirse en un acto simbólico para cerrar capítulos y abrir otros.