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La histórica delantera de la selección estadounidense deja huella fuera del campo al convertirse en inversionista del club donde finalizó su carrera. Su decisión simboliza una apuesta por el futuro de las mujeres en el deporte y refuerza su compromiso de liderazgo y transformación en el fútbol femenino.

En un movimiento que combina visión empresarial con pasión deportiva, Alex Morgan, una de las figuras más influyentes en la historia del fútbol femenino, ha dado un paso trascendental al convertirse en inversionista minoritaria del San Diego Wave FC, club en el que concluyó su ilustre carrera profesional. Este anuncio no solo marca un nuevo capítulo en su vida personal y profesional, sino que también representa un hito para el avance del deporte femenino en Estados Unidos y el mundo.

Morgan, dos veces campeona del mundo y medallista olímpica, no es ajena a romper barreras. Lo hizo en la cancha con goles decisivos y ahora lo hace desde la sala de juntas, apostando por el crecimiento estructural del fútbol femenino. Su implicación como inversora llega en un momento clave para el Wave FC, una franquicia joven pero ambiciosa que ha ganado protagonismo en la National Women’s Soccer League (NWSL).

Desde el principio, Morgan creyó en el proyecto. Fue una de las primeras fichajes del club para su temporada inaugural en 2022. Con 16 goles en ese primer año, se llevó la Bota de Oro y lideró al equipo hacia la conquista del NWSL Shield en 2023. Más allá de sus estadísticas, su liderazgo y carisma ayudaron a posicionar al Wave FC como una referencia en el fútbol profesional femenino.

“San Diego es mi hogar, donde crío a mis hijos y encontré un propósito más allá del fútbol”, declaró Morgan. “Creí en Wave FC antes de que se jugara un solo partido, y sigo creyendo que este club puede cambiar el futuro del deporte femenino”.

Esta no es la primera incursión de Morgan en el mundo de la inversión deportiva. Ya participa en Unrivaled, una liga profesional de baloncesto 3×3 para mujeres. Su nuevo rol en San Diego demuestra que no solo desea ser un símbolo de inspiración en el campo, sino también una arquitecta del cambio institucional que el deporte femenino necesita con urgencia.

La operación de compra del club por parte de la familia Leichtman-Levine, valorada entre 113 y 120 millones de dólares, le abre a Morgan una plataforma de incidencia real. Aunque no se reveló la magnitud exacta de su participación, su influencia ya es evidente. En medio de desafíos legales recientes que enfrenta el club, incluyendo denuncias de acoso y despido injustificado, la presencia de Morgan aporta credibilidad, visión y compromiso con la transparencia.

“Quiero que este club sea reconocido por su éxito. Que las jugadoras quieran venir aquí y que los aficionados se sientan orgullosos”, afirmó la exdelantera.

El paso de deportistas a inversionistas no es nuevo, pero sí poco común en el fútbol femenino. Morgan se une así a una tendencia en crecimiento: mujeres atletas que no solo exigen mejores condiciones, sino que se involucran directamente en la gestión y toma de decisiones. Con este tipo de liderazgo, se construye un modelo sostenible donde el deporte no es solo espectáculo, sino también motor de cambio social.

En definitiva, Alex Morgan no se retira del juego. Simplemente ha cambiado de rol: de estrella en el campo a estratega en la oficina. Con su visión, experiencia y convicción, sigue marcando el camino para nuevas generaciones. Y aunque ya no vista el número 13 en la cancha, su legado sigue sumando goles importantes para el fútbol femenino.