Mucho más que un partido
El Mundial de Clubes tendrá este sábado un capítulo cargado de tensión cuando Botafogo y Palmeiras se enfrenten desde las 13:00 (hora argentina) en el Lincoln Financial Field de Filadelfia, por los octavos de final del certamen. Lo que en la previa podría leerse como un atractivo duelo entre dos potencias brasileñas, es en realidad una batalla con un trasfondo explosivo: escándalos arbitrales, declaraciones incendiarias, denuncias de amaños de partidos y una rivalidad que dejó de ser solo futbolística. El enfrentamiento promete mucho más que fútbol.
Una rivalidad reciente con historia pesada
En las últimas temporadas, Palmeiras y Botafogo protagonizaron los momentos más destacados del fútbol brasileño. En 2024, el Fogão no solo conquistó el Brasileirao, sino que también se alzó con la Copa Libertadores, confirmando su gran presente. Palmeiras, por su parte, había dominado el torneo local en los años previos, alzándose con los títulos de 2022 y 2023.
Justamente en la temporada pasada se encendió la chispa del conflicto. En un partido clave, Botafogo ganaba 3-0 y tenía medio campeonato en el bolsillo. Sin embargo, Palmeiras dio vuelta el resultado, en un duelo marcado por la polémica expulsión de Adryelson, que desató la furia del dueño del club carioca.
Graves acusaciones: del campo al Congreso
El empresario estadounidense John Textor, propietario de Botafogo, estalló tras ese partido y lanzó una acusación directa ante las cámaras:
“Eso no es una tarjeta roja. Cambió todo el partido. Esto es corrupción”.
Textor no se quedó allí. Gritó frente a los jugadores de Palmeiras:
“Hicieron un buen partido, pero esto no es culpa de ustedes, es corrupción”.
A partir de ese momento, comenzó un conflicto institucional de alto voltaje con la presidenta de Palmeiras, Leila Pereira. Las declaraciones cruzadas no tardaron en escalar, y la disputa fue más allá del fútbol. El magnate norteamericano sostuvo que tenía “pruebas contundentes” de que Palmeiras había sido beneficiado con arreglos arbitrales durante al menos dos temporadas consecutivas. Incluso llegó a decir que esos documentos eran “100% confirmados”.
La situación provocó un verdadero terremoto en el fútbol brasileño: el caso fue discutido en el Senado, y los dirigentes protagonizaron enfrentamientos mediáticos sin filtro.
Leila Pereira: “Textor es un irresponsable”
Del otro lado, Leila Pereira no dejó pasar las acusaciones.
“Él tiene que mostrar las pruebas que dice tener. No converso con personas desequilibradas y, para mí, él lo es”, declaró la presidenta de Palmeiras.
“Continúa hablando sin demostrar nada. Es un idiota”, sentenció en varias entrevistas.
La dirigente incluso ironizó sobre el vínculo de Textor con la tecnología:
“Habla tanto de inteligencia artificial, pero debería valorar la inteligencia emocional, de la cual carece completamente”.
En paralelo, el empresario también recibió un duro revés en Francia, donde el Olympique de Lyon, otro de los clubes de su propiedad, fue descendido por cuestiones financieras.
Distensión forzada: el intento de bajar el tono
En los últimos días, quizás motivado por la presión mediática y el peso del Mundial de Clubes, Textor bajó el tono de sus declaraciones:
“Cuando noté anomalías en el arbitraje que perjudicaban a Botafogo, iniciamos una investigación. Pero descubrimos que los problemas no eran solo contra nosotros, afectaban a otros partidos también. Yo estaba enfocado en Botafogo, y Palmeiras era el rival directo”.
Incluso reconoció que su modo fue ofensivo:
“Entiendo que Leila se haya sentido atacada. Si yo fuera ella, le habría dicho a alguien como yo: ‘Callate, gringo loco’. Pero mi relación con ella hoy es óptima, estoy con ganas de volver a verla”.
Un duelo con clima de final anticipada
Lo que debía ser un duelo futbolístico entre dos gigantes de Brasil, se transformó en uno de los encuentros más esperados del Mundial de Clubes por todo lo que arrastran fuera del campo. Las declaraciones cruzadas, las sospechas de corrupción y la tensión institucional convierten al choque entre Botafogo y Palmeiras en mucho más que un partido de octavos: será una prueba de fuego para ambos planteles y para el arbitraje. Y, posiblemente, el encuentro más picante de todo el certamen.
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