Chelsea se consagró campeón de la Champions League tras vencer a Manchester City por 1-0 gracias a un solitario gol del alemán Kai Havertz. El argentino Sergio Agüero jugó los últimos 15 minutos de la final, celebrada en Porto (Portugal) con 16.500 personas en las tribunas.
En el tablero del césped, el equipo de Guardiola se paró con una intención clara: presión alta y postura de ataque. Sin embargo, la primera ocasión no llegó como corolario de una elaboración colectiva, sino de un arma sorpresiva: el pelotazo. De la zurda de Ederson a la carrera de Sterling. El veloz inglés quedó pie contra mano de Mendy, el arquero de Chelsea, pero no pudo definir.
El partido ganó en intensidad, porque el movimiento en bloque de los de Manchester liberó espacios para Chelsea, un equipo experto en el juego directo. La combinación alemana Havertz-Werner funcionó un par de veces, aunque le faltó la contundencia necesaria como para pellizcar a Ederson. Chelsea, lejos de replegarse para defender mejor, respondía al galope ante cada estocada del City.
Werner estuvo a punto de darle la primera ventaja a los londinenses. Chelsea volvió a ir hasta el fondo con Mason Mount y Werner apareció por el cnetro, entre la marea de defensores celestes. Alcanzó a rematar, pero sin recorrido en su pierna derecha. Fácil para Ederson. Pero Chelsea daba su mensaje: no estaba dispuesto a ser partenaire del juego de posesión de su rival. Los estilos, diferentes y casi opuestos, estaban claros.
A los 27 minutos de juego, Antonio Rudiger se jugó el físico para evitar el gol de los de Manchester. Porque Phil Foden ya había inventado un remate con el exterior del botín derecho que pedía ángulo. Pero el cuerpo de Rudiger, una roca, amortiguó el disparo, que ya no llevó peligro para Mendy. En la génesis de la jugada habían intervenido los dos creadores del City: la velocidad de Sterling y el cerebro de De Bruyne.
Casi al final del primer tiempo, una alarma. Thiago Silva se elevó hasta el cielo para sacarle dos cabezas a Foden, pero aterrizó mal. Se quejó de un problema muscular. Intentó seguir, pero el cuerpo, de 36 años. Debió dejar su lugar a Andreas Christensen. Parecía que Chelsea se derrumbaba, pero…1-2-3 pases y un gol. Mendy, habilitación exquisita de Mount y definición de Havertz. Golazo del fútbol directo. Golazo de Chelsea.
El segundo tiempo tuvo otra mala noticia para Manchester City. Kevin De Bruyne chocó con Rudiger y se llevó la peor parte. El alemán, granítico, se recuperó rápido. El capitán de los de Manchester se quedó en el piso, conmovido por el impacto. Minutos después, alcanzó a levantarse, pero afectado por el impacto, físico y emocional. Su pómulo derecho, inflado, era la cicatriz. En la línea de cal lo esperaba el brasileño Gabriel Jesús. Cambio. Y el capitán, ya sin el brazalete, directo a los vestuarios.
La primera jugada con el ADN de Manchester City llegó recién a los 23 minutos del segundo tiempo. Foden quedó con la cancha de frente, habilitó a Mahrez y su centro, de rastrón, fue despejado en la boca del arco por Azpilicueta. Gundogan se relamía. Por fin, los de Manchester pudieron triangular y encontrar grietas defensivas en el rival. El equipo de Guardiola ya estaba plantado en campo de Chelsea. Y la cancha, inclinada hacia el arco de Mendy.
Pero el Chelsea parado de contragolpe es un lobo con los colmillos listos. Prueba de ello fue la jugada que nació en la enésima recuperación de Kanté, el traslado rápido y el mano a mano que se perdió el estadounidense Christian Pulisic, quien había ingresado en el lugar de Werner minutos antes. Pudo haber sido el 2-0. Y la definición de la Champions.
A quince minutos del final, Guardiola hizo ingresar al Kun Agüero para buscar el gol del empate. De una despedida a lo grande. El delantero argentino reemplazó a Sterling e inmediatamente buscó su lugar en el área. Tuchel, el DT alemán de Chelsea, entendió la señal: puso a Kovacic en el lugar de Mason Mount para poblar la mitad de la cancha y que el City no tuviera la pelota.
No hubo mucho más. Manchester City pobló el área de Chelsea, pero apenas tuvo un derechazo de Mahrez sobre el final que besó el travesaño. Chelsea celebró su segundo título.