Fue una noche soñada para Argentina. Para jugadores, para cuerpo técnico, para los espectadores que, por primera vez desde el comienzo de las restricciones sanitarias, pudieron asistir a la cancha y llenar el 30% de localidades del Monumental disponibles, y para Lionel Messi. El protagonista principal de la noche.
Se sabía que en el primer partido como local luego de la obtención de la Copa América en Brasil, iba a haber festejos ante los espectadores. Era la primera oportunidad de mostrar el trofeo, que significó el primer título de Argentina en más de 28 años de sequía. Pero eso iba a ser después del encuentro ante Bolivia.
Con una concentración y enfoque que no mostraban signos de que el fallido partido ante Brasil hubiera afectado al equipo, Argentina salió con todo a llevarse por encima a una de las selecciones más débiles del continente, pero que ha sabido ocasionarle problemas en los últimos años.
Y ahí apareció él. Lionel Messi, para abrir el marcador rápido a los 13 minutos con una gran jugada individual que culminó con un remate desde afuera del área que fue imposible para el arquero Lampe. Con la ventaja, el local jugó más relajado apoyándose en el juego asociado y el aliento de la gente.
Ya en el segundo tiempo, Argentina liquidó el partido con otra gran jugada colectiva dentro del área que terminó con Messi rematando a placer para poner el segundo. Y, como si fuera poco, se dio el lujo del concretar su séptimo triplete con el equipo nacional tras capturar un rebote corto del arquero, ya en el final del partido.
Y ahí si, con el final del partido, la goleada y los tres tantos del capitán, llegaron los festejos con música, fotos con la Copa, baile y recitales en vivo para el disfrute de los espectadores. Ahora, habrá que esperar un mes para la ventana de octubre, que se iniciará cuando Argentina visite a Paraguay.