Con todo el peso de la historia encima, los Pumas de la UNAM llegaron a Seattle a extender el dominio mexicano en Concachampions.
Desde 2005 un conjunto azteca no perdía en este certamen, cuando el emblemático club, Saprissa derrotó precisamente a uno de los protagonistas de la jornada, el seleccionado universitario, uno de los símbolos del balompie mexicano.
Hasta Goyo
Y hasta el mítico Goyo, la mascota de los Pumas viajó hasta Seattle para apoyar a los de Andrés Lillini y lo hizo como si de un talismán se tratara.
En el partido de ida los Pumas no supieron aprovechar la ventaja de 2-0 y terminaron cediendo ante el empuje de la escuadra de la MLS, quienes pudieron empatar el juego.
Así, con ese juego a cuestas para tratar de avizorar lo que vendría, salieron ambos elencos a la cancha este 4 de mayo, justamente el día en que el Real Madrid remontó una épica semifinal para volver a encontrar su eslabón perdido.
La afición de Seattle
Con el empuje de su afición, al más puro estilo de la NFL los Sounders salieron desde el primer momento a buscar el juego, apoyándose sobre todo en el estado de gracia del peruano, Raúl Rudíaz.
Desde el primer momento fue un encuentro trabado, duro en defensa, con Pumas tratando de llegar con Juan Ignacio Dimeno y los Sounders despejando el más mínimo indicio de peligro.
En el 44 llegó la más clara de Pumas pero otra vez el arquero Frei sacó la casta y despejó el peligro.
En el mejor momento
Segundos después de modo electrizante, el peruano Ruidíaz disparó a puerta desde fuera y el balón se desvió en la defensa para ir al fondo de las redes y abrir el marcador.
Ya en la segunda mitad con Seattle afianzado en el terreno solo necesitaba darle forma a algún que otro contraataque y este llegó a la altura del minuto 80; de libro el contragolpe que termina Ruidíaz en gol.
Con la ventaja, Seattle se encerró más atrás, jugando con la desesperación de Pumas y también dio resultado pues al 87, Lodeiro sentenciaba a los mexicanos.
Así como un nocaut por superioridad técnica, los Sounders acabaron con la profecía y despacharon a Pumas, que fue un digno rival pero hasta ahí.
Dieciséis años después, un equipo mexicano vuelve a perder en el máximo torneo de clubes del continente y en un giro inesperado de los acontecimientos, Seattle se llevó una justa recompensa a su hermoso fútbol.