Sábado copero en España en el que tampoco se está ajeno al debate de los estilos que deben marcar la pauta para los que intentan descifrar a aquellos que dicen jugar bien. Para suerte de la competición, ni Barcelona, ni Real Madrid, así como tampoco el Atlético están involucrados en la discusión de la corona, algo que en lo particular creo que da vida a un evento que salvo la final vasca de 2021; aplazada, la última década ha tenido tintes monótonos en cuanto al vencedor, sin restar mérito a los culés.

Ojo, digo suerte porque el fútbol es más que merengues, azulgranas y colchoneros, una verdad tan irrefutable como obvia, pero que por muchos momentos desvía la mirada de múltiples aficionados cuando los colosos quedan en el camino. En la Cartuja, dos formas diferentes de ver y manejar el balón, aunque ambas igual de efectivas, sino verdiblancos y che no estuviesen a 90 minutos de levantar un título que daría sentido a una temporada llena de matices para ambas instituciones. Bueno, quien dice 90 puede agregar tal vez media hora más o, quizás todo se decida en esa fatídica distancia señalada por un manchón y dos hombres frente a frente.

Los antecedentes entre Betis y Valencia en el torneo dejan la puerta muy cerrada a los andaluces, pues han dejado en el camino a los valencianistas en tan sólo una ocasión, por cierto, bien lejana en el tiempo pues fue en octavos de final de 1976. Del lado contrario han caído ocho eliminatorias, incluyendo una en formato liguilla. Una de esas está fresca en la memoria ya que en el 2019 Marcelino llevaba a los hasta entonces siete veces campeones a conseguir su octavo trofeo, ante un Barcelona impotente tras su odisea en tierra de los Beatles.

El cómo entre los clubes es totalmente contrapuesto y en teoría sencillo de demostrar. Tenencia, paciencia, juego en campo rival y presión alta para los de Pellegrini, mientras que bloque compacto, cerrar línea de pases, pocos toques y aprovechar las espaldas de los oponentes es la idea de la que se siente orgulloso Bordalás. Ahora, es una final, por lo que roles pudieran cambiar en dependencia del contexto y de quien entienda que la iniciativa es tan relevante robarla como al balón.

En el actual curso se han visto en el rectángulo verde una vez. Falta el duelo de la segunda vuelta que será el venidero 10 de mayo, que en ninguno de los casos se podrá interpretar como un partido revancha para quien salga más que herido en la Cartuja debido a que un título es un título, el resto, un camino con objetivos que se trazan en el verano. Eso sí, el 4-1 bético con doblete de Borja Iglesias querrán dejarlo como anécdota los valencianistas, quienes entienden que la esférica de pasar los menos posible por los botines de Fekir y Canales.

El plan de Pepe pasa por juntar a Diakabi, Alderte y Guillamón, lo que dejaría a Soler con la habitual responsabilidad de desdoblarse para mientras brinda soluciones en el estado repliegue, genere y conecte con los de arriba. De ahí que Hugo y Guedes tendrán que ser efectivos a la par que sacrificados pues la práctica de todo un curso ha demostrado que Juanmi, Borja y los del banquillo suelen aparecer en zona de remate con mucha asiduidad.

Como toda final también tendrá el aspecto emocional. Joaquín, ídolo verdiblanco y que siente que esta pudiera ser su última campaña de corto sabe lo que es ganar la Copa con ambas camisetas. Claro, si vemos el factor protagonismo, mejor recuerdo la lograda con los andaluces en 2005 ya que la de 2008 con el Valencia fu sin minutos y en medio de un desencuentro con Ronald Koeman. Sí, el mismo que fue despedido este curso del banquillo blaugrana.

Dicen que la temporada no miente, frase típica a la hora de valorar un resultado o de atreverse a pronosticarlo. De ser así, el Betis tienes las papeletas, aunque el recinto de la batalla ya retumbó con una victoria copera en 1999 para los que cuando derrotaron 3-0 al Atlético de Madrid con par de tantos del “Piojo” López y el inolvidable tanto de Mendieta. Por cierto, el DT victorioso hace 23 años no difiere en estilo del actual entrenador que aspira a llevar la novena a Mestalla. Cosas del fútbol que es tan cíclico como la vida misma.