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Cuando se anunció la entrega de la sede mundialista a Qatar, se empezó a especular con lo modernos que iban a ser los estadios en los que iban a jugarse los partidos del torneo. Y si bien a lo largo de los años se cambiaron muchos bocetos preliminares, no hay duda de que en el país árabe hubo innovaciones en materia de infraestructura.

Uno de los estadios más llamativos fue el Estadio 974 en Doha, cuya particularidad era que estaba hecho totalmente de contenedores industriales y tenía la característica de poder ser armado y desmantelado con mucha facilidad.

El recinto, ubicado en la zona costera de la capital qatarí, rinde homenaje a la actividad comercial marítima del país por lo que se decidió utilizar un total 974 contenedores que servirían como fachada, habitaciones, servicios y demás instalaciones, mientras que las tribunas iban a constar de una estructura desmontable de acero.

Luego de siete partidos (seis correspondientes a fase de grupos y uno de octavos de final), el estadio comenzó su etapa de desmantelamiento y tiene la característica de ser la primera sede mundialista que deja de existir aún con el torneo en desarrollo.

El último juego que albergó fue la goleada de Brasil a Corea del Sur por 4-1 correspondiente a octavos de final. Inmediatamente después, las obras para desarmarlo iniciaron y ya se sabe que las diversas estructuras y contenedores se destinarán a países subdesarrollados de África como asistencia

Incluso, se rumorea que las tribunas se donarán a alguno de los países que sean elegidos como sede del Mundial de 2030 para abaratar los costos de construcción de recintos. Uno de los candidatos más firmes es Uruguay, que junto a Argentina y Paraguay propusieron una Copa del Mundo en conjunto como homenaje a los cien años del torneo, y no verían con malos ojos obtener la facilidad de recibir el Estadio 974 como ayuda