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En la reciente edición de la Copa América, la selección chilena ha enfrentado una desalentadora realidad que ha dejado perplejos a sus seguidores y analistas del fútbol. Con un desempeño que dista considerablemente de sus gestas pasadas, La Roja ha evidenciado serias carencias tácticas y técnicas que han desembocado en su prematura eliminación del torneo continental.

Desde su histórico bicampeonato en 2015 y 2016, bajo la dirección de Jorge Sampaoli y posteriormente de Juan Antonio Pizzi, Chile ha experimentado un lento pero progresivo declive en su juego. Factores como la salida de jugadores clave, el envejecimiento de la generación dorada encabezada por Arturo Vidal y Alexis Sánchez, y la falta de renovación efectiva han contribuido al estancamiento futbolístico observado en las últimas competiciones.

Durante la Copa América 2024, las debilidades de Chile se hicieron evidentes en cada partido disputado. Con un sistema de juego inconsistente y una defensa vulnerable, el equipo mostró dificultades para mantener el ritmo y la intensidad requeridos a nivel internacional. La ausencia de una identidad clara de juego y la incapacidad para capitalizar las oportunidades ofensivas reflejaron un equipo desorientado y desconectado en el campo de juego.

El papel de Martín Lasarte como director técnico ha estado bajo escrutinio, con críticas que apuntan a su incapacidad para revitalizar y motivar a un equipo que parece haber perdido su brújula futbolística. Las decisiones tácticas cuestionables y la falta de adaptabilidad estratégica han sido recurrentes, exacerbando la frustración de los aficionados y la prensa deportiva.

En el ámbito más amplio, el panorama del fútbol chileno refleja un problema estructural que va más allá de los resultados de un solo torneo. La falta de inversión en la formación de nuevos talentos, la precariedad en la planificación deportiva y la administración de los clubes, así como la competencia desigual en ligas locales, son elementos que han contribuido al estancamiento del nivel futbolístico del país.

Ante este contexto, se hace imperativo un análisis profundo y una reflexión crítica por parte de las autoridades deportivas chilenas. Es fundamental implementar políticas efectivas de desarrollo juvenil, promover una gestión más profesionalizada en los clubes y establecer un proyecto deportivo a largo plazo que fomente la renovación y el crecimiento sostenido del fútbol nacional.