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Cuando George Weah llegó al Milán en 1995 con la misión de sustituir nada menos que a Marco Van Basten, muchos dudaron, las alarmas se prendieron en San Siro, pues a todas luces el reto lucía inmenso para un jugador que hasta ese momento pocos conocían; había brillado en Francia con el PSG pero Italia era otra cosa…
Sin embargo, tal como lo reseñó en su momento La Gazzetta dello Sport, el liberiano no dio tiempo ni a pensar y a los 6 minutos del juego ante el Padova, el encuentro que marcó su debut en suelo italiano, George Weah anotaba su primer gol.
El mito
Un comienzo soñado para el jugador que a finales de los 80 había impresionado al mítico Arsene Wenger; empezar de ese modo, marcando un golazo en su debut con el mejor equipo del momento en Europa; un gol y una asistencia a Franco Baresi para decorar una jornada perfecta.
El sustituto de Arrigo Sacchi, el gran Fabio Capello estaba encantado, todos los estaban y George Weah, que ya había dominado la Ligue One en Francia, terminó aquella campaña con 11 goles en 26 partidos y el mundo del fútbol en pleno se sorprendió cuando ese año ganó el Balón de Oro.
Un africano, el primero en la historia, en una década donde brillaron tantos, Van Basten, Roberto Baggio, Ruud Gullit, Ronaldo, Romario, Zidane y Rivaldo; en medio de este contexto, George Weah hacía historia para Liberia y todo el continente.
Aquel pudo ser el gran momento de su vida y lo fue, un niño que había crecido en la miseria, impactado por las constantes guerras civiles, la emigración, el caos de manera general, revindicaba a millones liberianos con su epopeya deportiva.
La epopeya de Weah
Su salida hacia Francia primero, luego hacia Estados Unidos, el exilio forzado a finales de los 90; esto le daba mayor connotación a ese día de 2018 cuando Weah fue electo presidente de Liberia.
Ese podía ser su mayor premio, el momento soñado para un hombre que había pasado por tanto, pero Weah tenia una deuda, una especie de ilusión truncada, nunca había podido llegar a un Mundial de Fútbol; debió ver desde casa la épica de Camerún en el 90, luego la de Nigeria y la de Senegal, pero allí, frente a un televisor…
Cuando este 21 de noviembre, Timothy Weah marcó el primer gol de Estados Unidos ante Gales en la segunda fecha de la Copa del Mundo de Qatar, todo volvió a cobrar sentido, era el mejor premio para su padre, George, aquel excelso futbolista que no pudo tener su Mundial.
El sueño cumplido
“… Mi padre siempre quiso jugar un Mundial y hasta cierto punto que yo esté aquí es un modo de cumplir ese sueño…”- le había contado Tim a los medios días antes de arrancar el evento, tal como lo reseñaron varias agencias de noticias como AP y medios como As y Marca.
El tanto del jugador del Lille en la Ligue One no sorprende a los entendidos pues es un reflejo del excelente estado de forma del jugador que nació en el año 2000 y que en 2017 firmó por el PSG, el mismo club donde su padre había jugador entre 1992-1995.
El nacido en Nueva York, justo en el momento que George Weah comenzaba a asentarse en Estados Unidos, después de tener que salir de Liberia por la Guerra Civil; el nacido en Nueva York, Timothy, siempre mostró condiciones excepcionales para el fútbol y muchos enseguida lo compararon con su progenitor; hoy en Qatar, ha dado una muestra de lo que puede llegar a ser, mientras cumplía el mayor deseo que un día tuvo su padre.