El documental es una obra hermosa, desde la factura técnica pasando por el guión, las imágenes inéditas y la historia misma. Yo conocí de su existencia ese día en que vi el material y quede impactado, pues la personalidad de Enzo Francescoli provoca eso, admiración.

En La película del Príncipe, se entiende porque uno ve a Zidane emocionarse al hablar de Enzo, le pone incluso Enzo a su hijo en honor al uruguayo y repite una y otra vez que Francescoli fue su ídolo cuando joven, que se metió de lleno en el fútbol después de verlo jugar en el Olimpique de Marsella; aquí todo cobra sentido…

Benedetti, Artigas, Galeano, Horacio Quiroga, los Tupamaros, Juana de Ibarbourou; todos ellos y después el fútbol; los años 20, las Olimpiadas, el estadio Centenario, Montevideo en todas sus dimensiones, el primer Mundial, el segundo, diez años después Obdulio Varela y El Maracanazo, otra vez Benedetti, Galeano y Quiroga, ahora Juan Carlos Onetti y de nuevo el fútbol, aquí entonces aparece él, Enzo Francescoli.

Asi pudiera resumirse la historia de Uruguay, la historia después de la independencia y el fútbol es como un hilo conector que cuece los destinos de ese país, de su idiosincrasia hasta tocar cada rincón, cada alma, cada detalle; por ello hablar de Francescoli en estos tonos, nunca será exagerado.

La personalidad

Con Enzo pasa algo parecido a lo que sucedió con Gardel, pues Francescoli es motivos de discordia también, a un lado del río de la Plata lo reclamaban como suyo, como autentico, Francescoli aparece con el traje blanco y rojo de River Plate, aparece luego Zinedine Zidane y aplaude, aplaude mientras mira los videos de Enzo jugando con River Plate o vistiendo la camiseta celeste; aplauden miles en el Monumental, aplaudo yo ahora aquí mientras escribo.

Enzo  Francescoli es de esos grandes jugadores olvidados, esos que no son tan mediáticos y quizás haya sido porque en las Copas del Mundo que jugó no estuvo a la altura y quedo a deber, puede ser pues muchas veces a los grandes se les mide por los Mundiales, mira a Diego, no pudo triunfar en Barcelona, llegó a Nápoles y lo puso en el mapa, como luego lo hizo en Sevilla con Bilardo; pero Maradona tiene el Mundial del 86 y el segundo lugar del 90, Francescoli no. Ahí también esta Pele, más allá del Santos, están los Mundiales de Suecia en el 58, de Chile en el 62 y de México en 1970, son tres, tres Copas Mundiales y todo se ha dicho cuando se ve la foto de O rei sonriendo con las tres  trofeos encima.

Los grandes han tenido su Mundial y son recordados por eso, Francescoli no tuvo su Mundial, fue líder de una generación dorada de futbolistas, Enzo, Rubén Paz, Rubén Sosa, ellos aspiraron a más en los Mundiales pero hasta ahí, hasta los sueños llegaron.

 

Con Francescoli todo es diferente, no jugo ni con Peñarol ni con Nacional; lo hizo con Wanderers y cierta mística pareció rodearlo desde el comienzo, pues le pusieron el mote de El Príncipe, heredado de Aníbal Ciocca, el jugador estrella de ese club allá por los años 30 y 40.

Estaba el legado de Ciocca pero también estaba el de El Negro Jefe, el legendario Obdulio Varela, que de igual modo había brillado con Wanderers; Francescoli llegaba marcando su propia huella pero ciertos matices del legado de estos jugadores parecían mostrarle el camino.

El año de su debut, Wanderers terminó subcampeón en Uruguay pero gano la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental; entonces  el mismo Schiaffino hablo maravillas de Enzo; Juan Alberto Schiaffino, campeón del mundo con Uruguay en 1950 veía en Enzo la polivalencia, el regate, la pegada con ambas piernas, como pocos y con semejante crédito, Enzo estaba destinado a triunfar.

El estrellato

En 1983, Enzo es fichado por River Plate y entonces comienza a inmortalizar su leyenda, pues si bien dejo un poco dudas al comienzo, ya al año siguiente anota 24 goles y es elegido Futbolista del Año en Sudamérica para después, en la temporada 85-86, ser elegido como Futbolista Argentino del Año, gracias a su aporte con 25 goles para el campeonato de River.

En par de años, Francescoli era un jugador consagrado y de prestigio mundial, por ello, después del Mundial del 86, es contratado por el Racing de Paris en la Liga Francesa y comienza su periplo por Europa.

Ya en tierras galas, Enzo mantiene su buen ritmo de anotaciones y es clave en las aspiraciones de su club de mantenerse en primera división.

Pero su momento cumbre lo vivió con el Marsella, equipo con el cual fue campeón en la temporada 1989-1990.

Los años finales

Antes de regresar a River Plate para una segunda temporada, el uruguayo pudo jugar en Italia, vistiendo los colores del Cagliari y el Torino.

En 1994 regresa a Argentina para un vivir sus últimos momentos de gloria con el club millonario.

El 1 de agosto de 1999, un desbordado estadio Monumental se viste de gala para darle la despedida a Enzo, incluso los presidentes de Argentina, Carlos Menem y de Uruguay, Julio María Sanguinetti, hicieron acto de presencia en los palcos.

Asi, como un ídolo de multitudes dijo adiós este futbolista excepcional, siendo elegido por la FIFA dentro del listado de los 100 mejores del siglo XX… ¿Que más decir?

Otra vez busco en Youtube el documental y en esas imágenes de Enzo despidiéndose de los aficionados es más emocionante; solo el fútbol despierta esas pasiones.