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Comienza un nuevo ciclo mundialista. Qatar 2022 se despidió tras cuatro años y medio de espera para volver a vivir una Copa del Mundo y vaya si la hizo valer. Si el Mundial venía ofreciendo grandes momentos, desde sorpresas como partidazos, la Final se puso por encima de todo eso. Argentina y Francia pagaron cada centavo y con seis goles igualaron el récord de 1966 y 2018, pero con la particularidad de que este fue el primer empate.
La Final tuvo de todo y, aunque parezca raro, el gran dominador fue Argentina, que durante más de una hora de juego anuló completamente a su rival. Con una presión asfixiante, pases precisos, individualidades con puntos muy altos y una actitud ganadora, la albiceleste arrolló al campeón defensor. Y tuvo su premio.
Dos tantos en el primer tiempo: uno de penal tras una falta sin discusión, y otro tras una jugada que, a partir de ahora, estará en la primera página de los manuales del contragolpe. Tal era el dominio que a los cuarenta del primer tiempo Deschamps ya había hecho dos cambios sacando a Giroud y Dembelé que casi no tocaron el balón.
El segundo tiempo siguió con la misma tónica. Argentina más cerca del tercero y Francia totalmente apagado. Pero el fútbol es fútbol y por algo es el deporte más cruel para unos y bondadoso para otros. Francia no necesitó dominar para empatarlo. Necesito tener dos jugadas en las que apareció él: Kylian Mbappé.
Primero para cobrar un penal sobre Kolo Muani y luego para rematar una volea al palo más lejano de Dibu Martínez. Todo en apenas poco más de un minuto. Shock total para Argentina y un maná de vida para los galos que se metían en partido de forma totalmente inesperada. Y pudo haber más. Porque Francia activó y tuvo situaciones de peligro en los minutos restantes. Pero la final se iba otra vez a tiempo extra, como en 2006, 2010 y 2014.
El suplementario fue un resumen de los noventa minutos. Argentina intentando por todas las vías y consiguiendo un gol a los cuatro de la segunda parte extra que tuvo que demorar su festejo por un doble chequeo. Y cuando parecía que, ahora sí, la balanza se inclinaba en favor de la albiceleste, otra vez un penal para los europeos por una clara mano de Montiel que Mbappé volvió a canjear por gol.
Solo quedó tiempo para una monumental tapada de Martínez que le ahogó el grito a Kolo Muani cuando incluso los suplentes ya estaban preparados para festejar lo que era el gol del título. La final se definía por penales por tercera vez en la historia. La primera fue en 1994 entre Brasil e Italia y la última fue en 2006 entre Italia y los mismos franceses.
Allí, Martínez se consagró como héroe al taparle un remate a Coman y adivinándole el palo a Tchouameni quien de todas formas desvió su tiro. Los argentinos metieron todos y se consagraron por tercera vez en su historia, luego de los obtenidos en 1978 y 1986. Argentina festeja, pero también festeja el fútbol, que fue testigo de la que fue, sin duda, la mejor final de la historia de los Mundiales. Justamente la que consagró a Lionel Messi