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Muchos lo hacen y al mirarlo resulta imposible no establecer las comparaciones y es que Robert Jarni encarnaba la viva estampa de un gladiador, allí imponente en el medio del campo; la férrea marca, el toque sutil, la inteligencia a la hora de anticipar y no por gusto en el Betis, en aquel Betis de finales de los 90, lo invocan como si de un tanto se tratase.

Cuando la mayoría piensa en Davor Suker y Robert Prosinecki como los artífices de aquella generación de futbolistas croatas que hicieron historia, primero en la Euro de 1996, luego en el Mundial de Francia 1998; cuando la mayoría piensa en ellos, pocos recuerdan que el juego de la selección balcánica fluía, se canalizaba mediante la figura del gran Robert Jarni; puro carácter y determinación.

El alter ego de Jarni

Veinticuatro años después de aquella épica en suelo francés, Josko Gvardiol, emerge como una especie de alter ego del mencionado Jarni, pues si bien juega más atrasado en la cancha, como defensa central, su proyección es similar y en el Mundial de Qatar, hemos visto la eclosión total de un joven de 20 años que en su momento pensó dedicarse a vender pescado en lo mercados de Zagreb, la capital de Croacia.

Tal como relata el periódico español El Mundo, el hoy jugador del Leipzig alemán, aceptó en su momento que su destino, como el de su padre dependería de una caña de pescar y de una dura monotonía; salir de madrugada y llegar de noche a casa sin tiempo siquiera para pensar en el mero hecho de estar vivo.

El fútbol le cambió la vida

Debió ser así, era una cuestión de mentalidades que como prisiones de larga duración acaban determinando la existencia de millones en todo el orbe y allí en los Balcanes, las cosas siempre han sido diferentes, pero el fútbol, como ha sucedido con tantos, le cambió la vida a Josko Gvardiol.

Dos momentos pueden definir su impronta en suelo islámico, primero el duelo final ante Romelu Lukaku, en los últimos segundos del Bélgica – Croacia en fase de grupos. El chico de la máscara, el de la mirada perdida, el que prefiere la acción antes del verbo dúctil, ese chico le hacía la vida imposible a uno de los mejores delanteros del mundo y la imagen de Josko siendo consolado por su madre tras el partido, sigue emocionando.

Días después, frente a Brasil, segundos antes del minuto 120, la forma en que fue a cortar un potente remate poniendo su cara, no deja de impresionar a fanáticos y especialistas.

Es Josko Gvardiol, una de las revelaciones de este Mundial, al que reclaman ahora mismo Real Madrid y Chelsea, el que llegó a Alemania por 18 millones y hoy cuesta 65; Josko Gvardiol, la muralla croata que deberá franquear Leo Messi este martes, si quiere seguir soñando con levantar la copa el próximo 18 de diciembre.