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Diego Armando Maradona es un nombre que traspasa fronteras. Conocido como uno de los mejores futbolistas de la historia, su vida estuvo marcada por logros extraordinarios y una personalidad tan poderosa que conquistó el corazón de millones. Nació el 30 de octubre de 1960 en el Policlínico “Evita” de Lanús y creció en una modesta casa de Villa Fiorito. A lo largo de sus 60 años, Diego vivió de forma intensa y dejó una huella que, a pesar de su partida, sigue viva. Maradona es más que un ícono del fútbol: es una leyenda cuya mística sigue intacta en la memoria colectiva de los argentinos y fanáticos de todo el mundo.

Infancia y primeros pasos en el fútbol

Maradona fue el quinto hijo de Diego “Chitoro” Maradona y Dalma Salvadora “Tota” Franco. Desde niño, mostró un talento excepcional, y ya a los 16 años debutó en la Primera División con Argentinos Juniors, en un partido que hoy resuena con la misma fuerza que sus goles. La cancha que lleva su nombre en el barrio de La Paternal en Buenos Aires es un recordatorio de aquellos primeros días, y hoy es parte del circuito cultural de la ciudad.

El astro que conquistó el mundo

En su carrera, Maradona representó a seis clubes: Argentinos Juniors, Boca Juniors, Newell’s Old Boys, Barcelona, Sevilla y Nápoli, donde alcanzó la cima de la idolatría. En Nápoli, se convirtió en un símbolo, llevando al equipo al triunfo en la Serie A y la UEFA, ganándose un lugar junto al patrono de la ciudad, San Genaro. Maradona también enfrentó desafíos en su paso por el Barcelona, donde sufrió una lesión grave en el tobillo y se enfrentó a la dirigencia, situaciones que solo fortalecieron su imagen de luchador.

México 86: El nacimiento del “Barrilete Cósmico”

Su momento más glorioso llegó en el Mundial de México 1986, donde, además de ganar la Copa del Mundo, fue el autor de dos de los goles más recordados en la historia del fútbol, ambos contra Inglaterra: el “Gol del Siglo” y “La Mano de Dios”. Con su inigualable destreza y carisma, Diego demostró ser más que un jugador; fue un símbolo de justicia deportiva y orgullo para Argentina. La voz del relator Víctor Hugo Morales lo inmortalizó como el “Barrilete Cósmico”, un apodo que aún resuena con emoción.

El lado humano de una leyenda controversial

Maradona fue un líder dentro y fuera del campo, y sus opiniones sobre la FIFA y la AFA lo convirtieron en un personaje irreverente y genuino. Defendió a los jugadores y criticó el poder, desafiando las reglas del fútbol con la misma pasión con la que defendía la camiseta argentina. Su adicción a las drogas y las múltiples peleas con la prensa fueron capítulos oscuros de su vida, pero también los vivió con una sinceridad inigualable. Fue suspendido en el Mundial de 1994 por un resultado positivo de efedrina, evento que cerró su carrera en la selección y dejó la memorable frase “me cortaron las piernas”.

Un legado eterno

A lo largo de su vida, Maradona coleccionó hitos, anécdotas y frases que hoy forman parte del imaginario popular, desde “La pelota no se mancha” hasta “Segurola y La Habana”. Su personalidad también inspiró la creación de la Iglesia Maradoniana, un movimiento cultural que celebra cada 30 de octubre como “la Navidad Maradoniana”. Fue un personaje tan querido como cuestionado, capaz de inspirar canciones, poemas y hasta tatuajes, y no solo en Argentina, sino en cada rincón del mundo donde el fútbol se vive con pasión.

Diego Maradona cumpliría 64 años este miércoles, y su ausencia aún se siente en cada rincón del fútbol. Su figura sigue viva en la memoria de quienes lo vieron jugar y de aquellos que heredaron su pasión a través de videos y relatos. Maradona fue más que un jugador; fue un fenómeno, un rebelde, un héroe y un ser humano lleno de contradicciones que, hasta el día de hoy, continúa fascinando al mundo. Diego Armando Maradona, el eterno “10”, sigue siendo el ícono que llevó a Argentina al estrellato y cuya leyenda continuará resonando en los corazones de cada generación.