París bien vale una misa, así lo expresó Enrique de Borbón, futuro rey de Francia al observar la belleza de la capital francesa y la frase ha trascendido en el tiempo como símbolo de grandeza, de algo único.
París bien vale una misa y una semifinal de Champions también; París con el río Sena, la Torre Eiffel, la Catedral de Notredam y Víctor Hugo; una semifinal de Champions sintiéndose como el último suspiro antes de la muerte, con ese olor a futuro, a cosas nuevas, a gloria, así estaba La Cerámica hoy.
Villarreal y Liverpool jugaron la vuelta de una de las semifinales de la Champions como si fuera jugarse la vida y ese primer tiempo fue para la historia, en la memoria del fútbol van estar por años estos cuarenta y cinco minutos históricos, gloriosos, únicos, con los locales hundiendo al elenco inglés, haciendo dudar a Klopp, poniendo bien pequeño al mejor equipo del mundo.
Un gigante llamado Unai
Emery hilvanó su guión, tenía que arriesgarse y lo hizo, como un gladiador dispuesto a morir en la arena y le salió bien, esa presión extrema le funcionó de maravillas y ya al minuto tres, Diá ponía adelante al Submarino Amarillo.
El milagro parecía posible, todos buscaban y las llegadas eran constantes, Coquelin, Estupiñan, lo Celso, Capoué, Gerard y todo el equipo, la afición, todos pujaban y al 41 llegó el bombazo, Coquelin se llevó a Alexander- Arnold y cabeceó un centro de Capoué y puso a delirar, el Villarreal empataba y todo parecía posible, David se estaba comiendo a Goliat.
Como una maldición
Y entonces el tiempo dio vuelta atrás y el fantasma de Riquelme en aquella semifinal de 2006 fallando el penal frente al Arsenal, el fantasma de Riquelme reencarnó en el arquero Rulli.
Si, por coincidencia, por fatalismo o por ambas cosas Gerónimo Rulli fue el chico malo de la noche; ya había tenido varias salidas malas en el primer tiempo pero había corrido con suerte hasta el minuto 62.
Con el segundo tiempo Unai Emery cambió el esquema y el Villarreal se fue atrás, un craso error que pagaría con creces y tras varias llegadas, en ese minuto 62 tras un remate de Fabinho llega el primer tanto de Liverpool y llegó la calma, la normalidad, el sueño se desmoronó.
Y tras el empate de Luis Díaz, en el minuto 74 Sadio Mané definió ante una mala salida de Rulli, ahí terminó todo, la épica, el milagro, todo y quizás lo ocurrido minutos antes, le volvió a dar sentido a las cosas.
La imagen del partido
La mejor cara, el rostro del Villarreal hoy gue Gerard Moreno, quien tocado por lesión salió a jugar y a pesar del dolor estuvo forzando su permanencia hasta el último minuto, cuando en el 70 fue sustituido por Chukwueze.
Así, como un guerrero visigodo, Gerard salió de la cancha como de una batalla y todavía aplaudimos.
Mucho antes del pitazo final el juego se había acabado pues el Liverpool se había reencontrado y era su música la que tocaba desde el arranque de la segunda mitad.
Y el juego acabó con aplausos, lágrimas y mucha ilusión, Emery sabía que pudo ganar y Klopp que pudo perder, fue un juego total, digno del momento y de este instante… de una semifinal de Champions, que también vale una misa.