El exjugador del Real Madrid y del Sevilla rompe el silencio sobre su carrera, su decisión de rechazar ofertas millonarias en Asia, su admiración por Cristiano Ronaldo y su esfuerzo por volver al fútbol profesional.

Un recorrido de emociones, decisiones valientes y fidelidad a un sueño

Mariano Díaz ha sido un delantero atípico en el mundo del fútbol moderno. En una entrevista íntima con el periodista Edu Aguirre, el exjugador del Real Madrid repasó su trayectoria profesional con una sinceridad poco habitual. Actualmente sin equipo y entrenando por su cuenta, Mariano se muestra reflexivo y decidido a regresar, sin arrepentirse de sus decisiones, incluso aquellas que en su momento fueron criticadas por la afición.

El llamado del Madrid que lo cambió todo

Pese a haber crecido en la cantera del Espanyol, Mariano siempre tuvo un vínculo más emocional con sus orígenes familiares y con el fútbol como una pasión compartida con su padre y su abuelo. “Llegaba tarde a clase desde el recreo, siempre con un balón en los pies”, rememora con nostalgia.

Fue en ese contexto, más emocional que institucional, donde recibió la que considera la llamada que marcó su vida: el interés del Real Madrid. “Pensé: ‘¿el Madrid?’”, recuerda todavía con asombro. El impacto fue inmediato cuando visitó Valdebebas acompañado por sus padres. No simpatizaba ni con el club blanco ni con el Barcelona, pero aquel instante le cambió la percepción para siempre.

Un vestuario repleto de figuras y aprendizajes

En el Castilla convivió con talentos como Reguilón u Odegaard, y su llegada al primer equipo fue tan impactante como enriquecedora. Mourinho, entonces técnico, le lanzó una frase que aún recuerda: “Ya están aquí los niños”. Sin embargo, fue Mesut Özil quien más le sorprendió por su capacidad técnica: “No he vivido nunca una calidad así”.

Aunque su paso por el primer equipo fue limitado por las lesiones y la gran forma de Karim Benzema, Mariano no se dejó abatir. Aceptó con orgullo portar el dorsal número 7, símbolo del legado de Cristiano Ronaldo, a quien define sin dudar como “el mejor jugador de la historia del Madrid”.

Lyon, una experiencia plena… pero el corazón en Madrid

El delantero valora mucho su paso por el Olympique de Lyon, donde logró regularidad y dejó una huella positiva. “Prefiero mi temporada en Lyon a no jugar en el Madrid”, admite con honestidad, aunque reconoce que cumplir su sueño en el club merengue fue más importante que buscar protagonismo en otra parte.

En ese sentido, reveló que durante su segunda etapa en el Real Madrid recibió ofertas concretas desde Qatar, Turquía y Arabia Saudita. Sin embargo, eligió quedarse. ¿La razón? “No sentía que esos fueran los sitios adecuados para mí”. Mariano se mantuvo firme en su decisión de priorizar el fútbol europeo y el sueño de triunfar vestido de blanco por encima del dinero.

El peso de la crítica y el silencio de quien no busca excusas

Pese a sus años discretos en Sevilla y las constantes ausencias por lesión que generaron críticas entre los aficionados, Mariano asegura no guardar rencor. Nunca se escudó en circunstancias externas ni respondió con polémicas. Su carácter reservado y su perfil bajo contrastan con la exposición mediática que suele rodear a los futbolistas de élite.

Un presente de esfuerzo silencioso y una mirada firme al futuro

Hoy, lejos del foco mediático y sin equipo, Mariano se prepara de forma rigurosa para una eventual vuelta. “Entreno más horas que cuando estaba en un equipo”, explica. Su rutina diaria empieza a las 9 de la mañana, combinando trabajo de gimnasio y sesiones en campo con un entrenador personal.

Con 31 años y sin prisa por decidir su futuro, el delantero demuestra que aún conserva el hambre competitiva que lo llevó desde los patios escolares hasta vestir una de las camisetas más emblemáticas del planeta fútbol.

Una carrera de elecciones, no de lujos

Mariano Díaz es el reflejo de un futbolista que eligió su camino con coherencia, aunque no siempre fuera el más popular. Rechazó ofertas millonarias, aguantó la presión de un dorsal simbólico, y apostó por su sueño con la humildad de quien sabe lo que cuesta llegar.

Hoy, mientras muchos ya lo daban por retirado, él sigue entrenando, esperando su momento. Porque para Mariano, el fútbol siempre fue más que fama o contratos: fue una herencia familiar, una pasión sin condiciones y una lealtad silenciosa al escudo que un día le cambió la vida.