Tras un partido histórico, con prórroga, sucesos, sustos y ruletas rusas, España se acerca al paraíso. En el tiempo extra, cuando las pizarras volaban por los aires y sólo había tipos en busca del cartel de héroes, Morata y Oyarzabal remataron a Croacia, que se enganchó al partido en los últimos cinco minutos.
No se tuvo que llegar hasta ahí, pero Copenhague parecía el Pizjuán en el Mundial 82. España se puso a vivir en su área y Croacia agarró por el cuello el marcador. Parecía increíble. En el minuto 85 resaltaba un 1-3. Tocaba volver a ganar el partido y España lo hizo. La historia fue de todo menos sencilla.
En su mejor partido del torneo, con un Pedri multiplicado por diez, reaccionó a un gol surrealista para borrar del campo a Croacia. La selección española marcha ahora sin cadena por la Eurocopa. España fue capaz de ganar dos veces un partido. Queda pendiente el capítulo letal de regalos. Ante un rival con más entidad no habrá segunda oportunidad.
A la nueva estación España ha llegado tras pasar varias páginas de fenómenos paranormales. Entre ellas, un contagiado, un serial de burbujas, dos penaltis fallados, dos goles en los últimos minutos y una mancha que puso por delante de Croacia. Todo queda atrás por un partido en el que la selección española superó a su rival en todas las zonas del campo.
Un error, una fatalidad
El asunto se complicó en una milésima. Unai Simón cometió el error del que uno huye toda una vida. Unos octavos de final de una Eurocopa, un partido de difusión planetaria y un balón que se escurre por encima de la bota. Pedri le cedió el cuero desde lejos y el meta, confiado, lo quiso controlar con el pie derecho. Lo siguiente fue un gol de bocas abiertas, un Karius con el pie, una fatalidad que puede marcar una carrera deportiva salvo que tus compañeros lo arreglen. El empeño fue colectivo.
No era la primera trastada con los pies del portero en esta temporada. El efecto fue demoledor durante un rato. España se quedó zombie, necesitada de un tiempo muerto de doce horas, mientras Croacia se encontraba con un gol que ni siquiera había buscado.
La selección española había dibujado un inicio de partido impecable. Secuestró el balón, presionó en todo el campo y llegó al área con picante. Pedri, en su mejor versión del torneo, regaló a Koke un gol que este no aprovechó. Ferran Torres puso en la cabeza de Morata un balón en el que el cuerpo de Vida interrumpió el festejo.
Tras el impacto el partido viró. Croacia encontraba veneno con Vlasic y Rebic en los flancos. Era muy poco para una selección con síntomas lógicos de decadencia. Era el peor momento de España, solucionado gracias a una jugada de Pedri y un remate de Gayà rechazado por Livakovic encontró a Sarabia que sacó el cañón. Ferran Torres y el goleador se habían cambiado de banda.
Luis Enrique fue otra vez fiel a su perfil de casa de apuestas bunkerizada. Es imposible acertar una alineación. Esta vez el sorpresón fue Gayà, inquilino de la banda izquierda por Jordi Alba, uno de los más regulares en el torneo. Además, Ferran Torres ocupó el puesto de Gerard Moreno, al que su espectacular temporada no le vale para sumar más minutos.
La última cita de Modric en una Eurocopa fue un obsequio de partido. Un partido siempre mejora cuando el balón le llega a Modric. Es entonces cuando el objeto circular, a falta de un chispazo de inventor, se destina hacia el compañero que el espectador ha imaginado. No hay muchos con esa capacidad. Con 35 años a Modric no le quedan 35 exhibiciones. Da igual, en su homenaje la placa la recogerá con el exterior del pie derecho. España evitó el toque de Modric.