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El Mundial de Fútbol Sub-20 es uno de los principales eventos deportivos que involucran a los juveniles que podrán convertirse en estrellas del futuro. Muchos jugadores han sido parte del principal torneo de jóvenes y luego han reafirmado esa promesa convirtiéndose en jugadores de talla mundial. Por eso, Indonesia recibió con gran entusiasmo la confirmación de que iba a ser sede del torneo, que volvía a jugarse en Asia después de la edición de 2017 realizada en Corea del Sur.

Pero todo cambió por cuestiones políticas y diplomáticas. La FIFA, autoridad global del fútbol, despojó de la organización a este país a finales de marzo por la molestia de algunos miembros gubernamentales del país, de mayoría musulmana, por la participación de la selección de Israel. Habían hecho un pedido de que se vetara al elenco israelí de la competición, aduciendo como motivo su conflicto con Palestina.

“Tras la reunión de hoy entre el presidente de la FIFA Gianni Infantino y su homólogo en la Federación Indonesia de Fútbol (PSSI), Erik Thohir, la FIFA ha decidido retirar a Indonesia como país anfitrión de la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA 2023™ debido a las circunstancias actuales. El nuevo país organizador será anunciado lo antes posible, aunque las fechas del torneo permanecen sin cambios por el momento. Más adelante se determinarán las posibles sanciones para la PSSI”, comenzó el anuncio del despojo de la sede.

“La FIFA desea recalcar que, a pesar de la decisión adoptada, sigue comprometida con ayudar a la PSSI, en colaboración estrecha con el Gobierno del presidente Widodo, a llevar a cabo el proceso de transformación del fútbol nacional tras la tragedia ocurrida en octubre de 2022. Los miembros de los distintos equipos de la FIFA permanecerán en Indonesia los próximos meses y asistirán en lo necesario a la PSSI bajo la dirección del presidente Thohir. Próximamente se acordará la fecha de una nueva reunión entre el presidente de la FIFA y el de la PSSI”, concluyó.

Así, apareció Argentina como opción seria de sede reemplazante. El país sudamericano venía de ganar la Copa Mundial de la FIFA con su selección principal y, si bien no había podido lograr la clasificación al torneo Sub-20, tenía una gran estima del ente futbolístico para albergar el torneo. Además, organizar el evento serviría como banco de pruebas para una futura candidatura al Mundial de 2030, en el que Argentina, Uruguay y Paraguay se postularon para una organización conjunta.