La Real Federación Española de Fútbol ha confirmado al árbitro que dirigirá la gran final de la Copa del Rey 2025 entre el FC Barcelona y el Real Madrid, a disputarse este sábado 26 de abril en el estadio de La Cartuja, en Sevilla. El encargado de impartir justicia será Ricardo de Burgos Bengoetxea, un árbitro con una trayectoria sólida en la élite y con experiencia comprobada en clásicos y encuentros de máxima exigencia. Su elección no es casualidad: es una apuesta por la firmeza, el diálogo y la ecuanimidad en un duelo que promete emociones al límite.
Un árbitro con apellido de linaje arbitral
Ricardo de Burgos Bengoetxea no es un desconocido en los grandes escenarios del fútbol español. Nacido en Bilbao y de familia profundamente ligada al arbitraje —su padre, Ernesto de Burgos Núñez, también fue colegiado de Primera División—, lleva ya una década dirigiendo en la máxima categoría del fútbol nacional y siete años formando parte del cuerpo arbitral internacional.
Este recorrido lo ha consolidado como una figura respetada dentro y fuera del campo. Su perfil sereno y su capacidad para comunicarse con los jugadores lo han hecho destacar entre sus colegas. No es solo un árbitro con conocimientos técnicos, sino también un conductor del juego que prioriza el diálogo y la pedagogía en situaciones tensas.
— Alejandro Sanchez (@SopaDecuis) April 25, 2025
Experiencia en clásicos y finales
De Burgos Bengoetxea no es nuevo en este tipo de desafíos. Ya en 2017 dirigió su primer clásico entre Barcelona y Real Madrid, en la Supercopa de España, un partido recordado por la expulsión de Cristiano Ronaldo y por la intensidad que suele caracterizar estos enfrentamientos. Años más tarde, volvió a arbitrar un duelo entre ambos colosos en la final de la Supercopa celebrada en Riad, donde el conjunto blanco se impuso por 3-1.
En total, ha estado al frente de 31 partidos del FC Barcelona y 25 del Real Madrid, con un balance equilibrado: cinco derrotas para los azulgranas y cuatro para los merengues. Esta estadística no solo demuestra su conocimiento de ambos equipos, sino también un historial sin grandes controversias, algo esencial para un partido de semejante magnitud.
Una designación que refleja confianza institucional
La elección de De Burgos responde también a la confianza absoluta que el Comité Técnico de Árbitros deposita en él. En las últimas semanas, el nombre que más sonaba para esta final era el del riojano César Soto Grado, quien parecía estar ante su última campaña como árbitro en Primera División. Sin embargo, al confirmarse que continuará una temporada más, la designación cambió de rumbo, y De Burgos emergió como la opción más idónea.
Su regularidad, su preparación física y su desempeño en encuentros de alta tensión lo han convertido en una garantía para los responsables del arbitraje español. En un duelo donde cada jugada puede ser determinante y cada decisión arbitraria se examinará al detalle, su experiencia resulta fundamental.
Un estilo basado en la comunicación y el control emocional
Ricardo de Burgos Bengoetxea se ha ganado el respeto no solo por su capacidad técnica, sino también por su estilo particular a la hora de conducir los partidos. Es un árbitro que no rehúye el contacto verbal con los futbolistas y que suele explicar el porqué de sus decisiones. Esta característica, poco habitual en muchos de sus colegas, le permite reducir tensiones y mantener el control del juego sin recurrir excesivamente a las tarjetas.
Ese perfil dialogante será clave en una final donde la presión, la rivalidad y la trascendencia del resultado pueden desbordar fácilmente las emociones de los protagonistas. Contar con un árbitro capaz de desactivar conflictos sin perder autoridad puede ser determinante para que el espectáculo prime sobre la polémica.
La final de la Copa del Rey 2025 entre el Barcelona y el Real Madrid no solo será un duelo de titanes en el campo, sino también un examen para el equipo arbitral encabezado por Ricardo de Burgos Bengoetxea. Su nombramiento representa una apuesta por la experiencia, la templanza y el equilibrio en un escenario de máxima tensión. En La Cartuja, la pelota rodará con la expectativa de millones de ojos, y en medio de esa intensidad, el árbitro vizcaíno tendrá la misión de hacer cumplir el reglamento con justicia, firmeza y respeto por el juego. Todo está preparado para un espectáculo que quedará en la historia.
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