Al momento de escribir este texto, sigue la fiesta en Dakar, pues los ecos de la victoria ante Egipto en penales representó para Senegal, el volver a estar en una Copa Mundial de Fútbol.
La victoria en la Copa Africana de Naciones desató la locura y es que la generación de Sadio Mané, Edouard Mendy y Kalidou Koulibaly hizo recordar a aquella generación que a comienzos de los 2000 clasificó por primera vez a un certamen del orbe.
Hoy, veinte años después, la gesta del Mundial de Corea y Japón en 2002, vuelve a cobrar vida…
Flash Back
Para el Mundial de 2002, la Francia de Zinedine Zidane y Tierry Henry llegaba como vigente campeón tras su victoria como local, cuatro años antes, imponiéndose en aquel entonces a Brasil.
Los galos quedaron en el grupo, junto a Uruguay, Dinamarca y un sorprendente equipo de Senegal.
El elenco africano llegaba por primera vez a un Mundial y lo hacía con la fuerza del precedente dejado por Nigeria y Camerún en los años 90.
El juego fue muy rocoso desde el comienzo, muchas faltas, mucha presión en el medio campo y la velocidad de los senegaleses, muchas veces metió en apuros a los franceses.
En una jugada medio fortuita y tras una serie de despejes, Papa Bouba Dioup anotó el histórico gol que adelantaba a Senegal.
La presión aumentó, los senegaleses se replegaron en defensa y armaron un cerrojo defensivo difícil de romper.
La gesta
Con el pitazo final se concretó la victoria, la sorpresa y una de las grandes gestas del fútbol moderno.
En sus otros dos partidos, Senegal empató a 1 con Dinamarca y a 3 con Uruguay, para clasificarse como segundo del grupo.
En la segunda fase, en octavos, le tocó enfrentar a la difícil Suecia de Henrik Larsson.
Los suecos se pusieron en ventaja temprano y estuvieron dominando el partido por un buen rato hasta que la presión africana tuvo efecto y Henry Camara empató el juego.
Así terminaron los 90 minutos y fue necesario ir al tiempo extra para definir un ganador.
La historia
Ya para ese momento Senegal estaba psicológicamente arriba y el mismo Henry Camara sentenció con su gol de oro.
El sueño continuaba y ya en cuartos de final enfrentaron al sorprendente equipo turco.
El juego fue cerrado y muy parejo en todo su curso y también necesitó del tiempo extra; allí los turcos sacaron su físico y con un gol bien trabajado decidieron el partido.
Hasta ahí llegó la gesta y la huella de esa selección quedaría grabada en la memoria de los fanáticos y especialistas.
Veinte años después. Senegal vuelve a creer y la mística de aquel equipo parece volver a renacer.