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En el mundo del golf, donde los entrenadores de swing son una presencia común, Tiger Woods ha elegido seguir su propio camino. Lejos de los métodos tradicionales, Woods ha renunciado a tener un entrenador de swing formal desde hace siete años, confiando en sus instintos y la conexión única que ha forjado con su propio juego.

En el bullicioso circo ambulante que sigue a Tiger Woods en cada torneo, hay una figura que falta entre su séquito: un entrenador de swing formal. Atrás quedaron los días en que nombres como Butch Harmon, Hank Haney, Sean Foley y Chris Como influían en su técnica. Desde la partida de Como en 2017, Woods ha emprendido un viaje solitario en la evolución de su swing.

Mientras la mayoría de los profesionales del Tour confían en la orientación de un entrenador, Woods se ha apartado de la norma, eligiendo confiar en sus propias manos y sentimientos para dar forma a su juego. Con un historial de lesiones, cirugías y un accidente automovilístico significativo, Woods se encuentra lidiando con un cuerpo que varía día a día, haciendo que la construcción de un swing repetible sea un desafío único.

“Una de las razones por las que no tengo un entrenador en este momento es que mi cuerpo día a día, semana a semana, se ve un poco diferente”, revela Woods. “Realmente no puedo modelarme ni encajar en ningún tipo de modelo”.

La imprevisibilidad de su condición física no parece ser un obstáculo insuperable para Woods. Con una filosofía centrada en la efectividad sobre la estética, el legendario golfista se ha concentrado en golpear la pelota de manera uniforme y sólida, priorizando el contacto en el centro de la cara del palo.

A medida que se zambulle en el Genesis Invitational, Woods no solo se enfrenta a los desafíos del campo de golf, sino también a la constante adaptación a las necesidades cambiantes de su propio cuerpo. En un deporte donde la consistencia es clave, la elección única de Woods de prescindir de un entrenador de swing plantea preguntas fascinantes sobre la conexión personal entre un jugador y su juego.

Mientras algunos podrían ver la falta de un entrenador como una apuesta arriesgada, Woods demuestra que su enfoque no convencional es un testimonio de su experiencia y confianza en su propia habilidad. El swing singular de Tiger Woods se convierte así en un fascinante viaje de autodescubrimiento en un mundo donde las voces externas suelen marcar el ritmo.