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El balonmano mundial sigue sorprendiendo con movimientos inesperados. Y uno de los más llamativos en los últimos años ha sido el fichaje del español Carlos Viver Arza como seleccionador de Angola, con miras a los Juegos Olímpicos de París 2024.
Viver, un nombre familiar para los aficionados al balonmano español, ha pasado de dirigir a las Guerreras, la selección española femenina, a tomar las riendas de las Lobas de Angola. Un cambio radical que habla de su ambición y de su deseo de seguir creciendo en el mundo del balonmano.
De jugador a entrenador de élite
Viver no solo ha dejado su huella como entrenador. Sus inicios en el balonmano estuvieron marcados por una destacada carrera como jugador, donde demostró su talento y su pasión por este deporte. Su experiencia como jugador le ha proporcionado una visión única del juego, que sin duda ha sido fundamental para su éxito como entrenador.
A lo largo de su carrera, Viver ha demostrado ser un estratega brillante, capaz de sacar el máximo rendimiento a sus equipos. Su llegada a Angola ha generado gran expectativa, ya que se espera que su experiencia y conocimientos ayuden a las Lobas a alcanzar nuevos hitos en el panorama internacional.
Un desafío apasionante
Entrenar a una selección como la de Angola supone un desafío enorme, pero también una oportunidad única para Viver. El balonmano femenino africano está en constante crecimiento, y Angola se ha convertido en una de las potencias emergentes del continente.
Viver tendrá la tarea de combinar su estilo de juego con las características de las jugadoras angoleñas, creando un equipo competitivo y capaz de sorprender en París 2024. Será interesante ver cómo el entrenador español logra adaptarse a una nueva cultura y a un nuevo contexto deportivo.
Un puente entre continentes
La historia de Carlos Viver es un ejemplo de cómo el deporte puede unir a personas de diferentes culturas y países. Su presencia en Angola no solo es importante para el balonmano angoleño, sino también para el desarrollo del deporte femenino en África.
Viver se ha convertido en un puente entre España y Angola, demostrando que el balonmano es un deporte universal que trasciende fronteras.