Fue una de las novelas, no solo del verano, sino del año. Todo comenzó con el anuncio de Kylian Mbappé, uno de los delanteros más letales del mundo, de su intención de salir del París Saint-Germain en busca de nuevos desafíos, sobre todo europeos. Y ahí apareció el Real Madrid dispuesto a ficharlo.
Fueron meses de idas y venidas, de una oferta formal superior a los 200 millones de euros, pero todo quedó en la nada. La llegada de Lionel Messi al equipo francés convenció al delantero de quedarse a terminar su contrato y esperar un año más. En Madrid dijeron “bueno, tendremos que esperar, pero al menos vendrá gratis”.
Y ahora, cuando todo parecía cerrado y en la Casa Blanca ya estaban poniéndole fecha a la presentación de Mbappé, todo se esfumó. El ex Mónaco decidió quedarse en París, rechazando al Real Madrid, según confirmó Fabrizio Romano, uno de los periodistas más confiables en cuanto a movimientos en el mercado. Según se reportó, el mismo jugador se lo comunicó a Florentino Pérez, presidente de la institución merengue.
Según se había develado, el Real Madrid y Mbappé habían alcanzado un acuerdo la semana pasada en todos los términos del que sería el contrato. Este incluía, entre otros detalles, el pago de 130 millones de euros como prima de fichaje, el dominio total de los derechos de imagen y un salario muy suculento.
Pero las dudas empezaron a crecer debido al constante silencio y misterio del jugador al hablar del tema. Además, Mbappé participó de la sesión fotográfica con la nueva indumentaria que el conjunto galo utilizará en la próxima campaña, tras lo cual en Madrid empezaron a desconfiar.
En el entorno del Real aseguran que las presiones de la cúpula dirigencial conformada por altos nombres de la sociedad qatarí valieron más. Claro, en Qatar no quieren saber nada con perder a una de sus estrellas en un año mundialista. Tienen bajo su ala (y en el mismo equipo) a Mbappé, Messi y Neymar Jr., entre otras estrellas.