Visiblemente emocionado tras el encuentro, Kike García lamentaba ante los medios de comunicación el descenso del Eibar y recordaba que jugar en la máxima categoría había sido “un sueño” para este club. Un sueño que llegó ayer a su fin. Después de siete campañas en Primera División, el conjunto armero regresará a Segunda la temporada que viene.
La escasas opciones de permanencia de los eibartarras se esfumaron ayer, a falta de una jornada para el final de la liga, tras caer con claridad ante el Valencia en Mestalla en un partido que se le puso cuesta arriba en el minuto tres (4-1), aunque durante mucho tiempo los resultados de otros campos hicieron que los azulgranas todavía pudieran llegar con opciones de salvación al último partido. Los marcadores finales, sin embargo, condenaron a los eibartarras.
El equipo de José Luis Mendilibar no ha podido reponerse de los 16 partidos consecutivos en los que solo pudo sumar cuatro empates. Los siete puntos logrados en las tres jornadas anteriores revivieron la fe de la afición armera, pero finalmente las matemáticas acabaron con toda esperanza.
SIN OPCIONES
El Eibar ni siquiera tuvo la oportunidad de luchar por sobrevivir una jornada más. Apenas habían pasado dos minutos cuando el Valencia, en una rápida transición, inauguraba el marcador. Carlos Soler habilitó a Guedes que entró en carrera al área y batió por el palo corto a Dmitrovic. Un gol que celebraron los cerca de tres mil seguidores valencianistas que pudieron acudir a las gradas de Mestalla.
Edu Expósito pudo lograr la igualada de forma inmediata, pero su disparo desde la frontal salió fuera por muy poco. Ahí acabó el intento de reacción del conjunto azulgrana, mientras que el Valencia seguía haciendo mucho daño por su banda izquierda con el tándem formado Gayá y Guedes. Entre ambos fabricaron las jugadas de los dos siguientes goles, con Carlos Soler como ejecutor con un doblete a la media hora de juego.
Mendilibar vio a su equipo noqueado y trató de hacerle reaccionar con un doble cambio ofensivo a los 35 minutos con la entrada de Sergio Enrich y Bryan Gil en lugar de Yoshinori Muto y de Kevin Rodrigues. Durante un buen tramo de partido la jugada le salió bien al técnico del equipo eibartarra, ya que Bryan recortó diferencias en el primer balón que tocó y abrió la puerta de la esperanza a los suyos.
El Valencia, un tanto relajado tras su tercer gol, vio cómo el Eibar se le echó encima y a punto estuvo de marcar el 3-2 en una doble ocasión en la que, tras estrellar un balón en el poste, Sergi Enrich remató el rechace, pero se encontró con un despeje con el pie poco ortodoxo de Cillessen que evitó el tanto poco antes del descanso.
El atisbo de reacción que el equipo armero había apuntado en los minutos finales del primer tiempo se encargó de mitigarlo a las primeras de cambio Guedes. El luso repitió de cara a puerta nada más reanudarse el partido y ahí acabó el choque. El 4-1 era un muro insalvable para un Eibar que se veía ya en Segunda División. El Valencia no quiso hacer más sangre con un Eibar moribundo y el encuentro bajó de revoluciones.
Una vez acabado el partido, los jugadores armeros se marcharon cabizbajos a los vestuarios entre los gritos de protesta de la afición valencianista contra los gestores del club che.
El conjunto eibartarra cerrará el capítulo más brillante de su historia este sábado frente al Barcelona. El club armero no solo ha disfrutado del fútbol en la máxima categoría en este período, sino que ha crecido en todos los aspectos: Ha fortalecido los vínculos con su afición, ha mejorado su economía, ha embellecido su campo y va a dotarse de una nueva ciudad deportiva que le va a permitir potenciar su cantera. El Eibar ha sido un club de Primera durante siete años. Un sueño hecho realidad que ayer llegó a su fin. Pero se puede volver a soñar de nuevo.