Después de batear, lanzar la bola en la zona de strike es la actividad más difícil del beisbol. Ahora, lanzarla en la zona y que el toletero sea incapaz de alcanzarla es más difícil aún. En eso es lo que se ha convertido Esmil Rogers en esta temporada, en un cirujano del pitcheo. Pone la bola donde quiere, cuando quiere y como quiere.

Esta afirmación se confirma con los números que esta temporada ha conseguido el derecho de Santo Domingo. En 21 entradas y un tercio de labor ha espaciado 12 hits, otorgado siete bases por bolas, ponchado a 18. Su WHIP está en 0.84 y su efectividad en 0.42. Es que sólo ha permitido una carrera limpia en seis juegos lanzados, los dos últimos en calidad de abridor.

“Estoy muy contento de lo que está pasando ahora mismo con mi carrera”, dijo el lanzador derecho en la rueda de prensa, una vez finalizado el juego del sábado. “Es algo difícil de explicar. Cada miembro de mi familia ha aportado su granito de arena, especialmente la persona que tengo aquí conmigo y todo eso (sostiene a su bebé en brazos mientras habla)”.

Según el derecho, ese amor familiar es lo le ha permitido salir adelante y ponerle más empeño y empuje a todo. Son las cosas fuera del beisbol que a veces no se ponderan y hasta se ignoran a la hora de hacer un anáisis.

“Comencé en el bullpen en esta temporada”, prosigue. “Siempre he sido un abridor en esta liga. Y me dije a mí mismo ‘no es como uno empiece, es como uno termina’. Y lo principal ha sido, y creo que lo dije en otra entrevista, estoy haciendo el pitcheo correcto en el momento correcto. Creo que esa es una de las claves ahora mismo”.

Rogers, hace poco, tuvo una semana perfecta, en las que no permitió carrera alguna en 6.0 entradas lanzadas como relevista. En sus dos últimas salidas como iniciador acumula 10 entradas completa de labor, en las que ha permitido seis indiscutibles, con una carrera limpia permitida y 11 ponches propinados.

Lo bueno del veterano es que supo aprovechar la oportunidad y aplicar el conocimiento para sobrevivir al puesto de relevistas, mientras tanto. “Siempre he sido abridor”, afirma. “Lo que yo sé es abrir juegos. Es lo que siempre me ha gustado y lo que siempre he hecho. Gracias a Dios (José) Offerman y la gerencia me han brindado la oportunidad y hoy en día están mirando los frutos”.

Ahora queda ver qué va a pasar. Rogers no debería ser removido del puesto de iniciante cuando se integren nuevas figuras. Sería un error. Un lanzador con esos guarismos, y más criollo, es oro líquido. Ahora debemos esperar a ver si en el próximo anuncio de la rotación azul Rogers estará disponible. Es algo que por derecho propio se ha ganado.

Rogers también dijo que tener a Michael De La Cruz detrás del plato ha sido fundamental. “Yo confío en él”, confiesa el serpentinero. “Cuando él llama un pitcheo está la confianza entre nosotros dos. Esa es una de las cosas fundamentales que se busca con un catcher. Tener confianza y saber que al decir que sí, es sí y que no hay ningina duda“.

Es como si el careta azul se metiera en la mente del pitcher. “Durante el juego era increíble. Él pedía lo que yo tenía en mente. Y eso ayuda mucho a la hora de lanzar”.

Sea como sea, diga lo que se diga, haga lo que haga, Rogers, en este momento es el mejor lanzador de los Tigres del Licey. Hablamos del hoy y el ahora. En números es así, con el perdón de ese monstruo come innings llamado César Valdez.