Conocí a Audo Vicente cuando llegué a la República Dominicana en 2016. En ese momento él era el mánager de los Toros del Este. Siempre afable y cordial con la prensa, aunque de vez en cuando se incomodaba con alguno que otro escrito, pero siempre respetando la opinión ajena.
Quiero dejar claro una cosa, no soy de los que suele dar elogios por dar elogios. Tampoco recibo pago externo por mis notas. Siempre he recibido el salario de quien me emplea o de quien contrata mis servicios. Aclaro esto para que no vengan a decir que esta columna está influenciada o que he recibido estipendio alguno por digitar las teclas del laptop. No soy de esos.
No soy fanático de equipo alguno ni me interesa quien gane o quien pierda. Después de 30 años en este negocio he aprendio que la desaprehensión es la mejor medicina para no sufrir, y mucho menos por un equipo de pelota. Así que comienzo.
Audo ha realizado un trabajo encomiable como gerente general de los Tigres del Licey. Ha bajado una línea de trabajo que ha sido absorbida por toda la organización. Primera vez en un lustro que se nota algo diferente en la cueva azul. Y eso es encomiable. Ojo, hablo desde mi perspectiva y nada más.
La prolongación del permiso de Elvin Rodríguez, por ejemplo, es una muestra. Vicente dijo que estaba negociando con los Tigres la continuación del derecho y hasta ahora sigue con el equipo. Es decir, y a las pruebas me remito, el directivo ha conseguido, por ahora, el objetivo. También se ha mantenido buscando material importado para completar el roster del equipo y sé que las organizaciones con las que ha estado en contacto le tienen mucha estima. Por eso el título de esta columna, todo un diplomático del beisbol.
Así como critico al Licey por lo ocurrido en días pasado con Orlando Calixte -ya ofrecieron unas disculpas a la opinión pública– también estoy en la obligación de agradecerle a esta organización por la noche venezolana que se planificó para este viernes en el estadio Quisqueya Juan Marichal.
Cuando redactamos estas líneas aún no hemos llegado al estadio, pero el hecho de tomar en cuenta a la colonia de más de 100 mil compatriotas, ofrecer música y gastronomía nuestra en el estadio es algo que debo agradecer. Gracias por tomarnos en cuenta y por querer vincular a los venezolanos, muchos de nosotros amamos el beisbol, no solo a la tropa azul sino a la pelota dominicana.
Y esto es positivo porque muchos de nosotros hemos decidido echar raíces es Quisqueya. Al que le gusta el beisbol tiene que comenzar a seguir a los equipos dominicanos. Qué mejor experiencia que una noche venezolana en un parque de pelota. Mi esposa, por ejemplo, es del Licey. Desde que llegó al país se decidió por la tropa felina. Yo no voy a nadie, pero cubro las incidencias del beisbol dominicano.
Establecer vínculos para un migrante es algo fundamental y el deporte es un vehículo extraordinario para esto. Por eso la importancia de estas iniciativas. Ojalá sean imitadas en otras plazas, donde también hay venezolanos viviendo y que desean conocer mucho más de la pelota dominicana.
Listo, se acabó el juego.
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