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El deporte es resultado. Lo demás es mentira. Por eso cabe afirmar que en esta temporada de Lidom, en este preciso momento, no hay un mejor lanzador que Steven Moyers. Ni siquiera César Valdez ha podido emular el dominio del siniestro que el domingo paró en seco a la artillería de las Águilas Cibaeñas.
“No creo que yo sea el mejor pitcher de Lidom”, afirmó con contundencia. “En esta liga hay muy buenos lanzadores. Yo sólo trato de salir allá afuera, ejecutar el plan de juego y poner a mi equipo en la mejor posición para ganar”.
En el juego que ganaron los Tigres contra los amarillos, sólo permitió una carrera en 5.0 y de los 76 envíos que hizo, 52 de ellos fueron strike. Esta es la virtud principal del zurdo, su control.
“No se trata de cuántos lanzamientos haces”, declaró el domingo, una vez finalizado el juego con los de Santiago. “Lo que realmente importa es enfocarte en qué pitcheos hace dependiendo del conteo. La idea era irse arriba en la cuenta y ejecutar el envío cuando era preciso”.
En lo que va de temporada, Moyers ha limitado a los contrarios a un average en .227, acumula 17 ponches en 29 entradas. ¿Un dato? Ha otorgado cuatro bases por bolas.
“Mi secreto es uno solo: mantener el balance, estar adelante en la cuenta y mantenerme en control de la situación“, destacó.
El estadounidense parece haber absorbido todo lo que aprendió el año pasado en su primera experiencia con el Licey. Sobre todo la de manejar la emoción con la multitud encendida.
“El público es eléctrico, de verdad”, abundó. “En estos juegos con las Águilas tienen mucha energía. Ellos desempeñan un gran papel en estos partidos“.
El mánager José Offerman alabó la salida de su número uno de la rotación. “Nos pudo mantener en el juego y es fue fundamental. Nosotros anotamos temprano y él hizo el trabajo”, soltó el timonel del equipo azul.
Moyers tiene todos los números de la rifa para ganarse el premio al lanzador del año. Ya se ganó el MVP de la semana, “eso siempre es un incentivo para salir allá afuera y competir”, confesó. Pero su éxito no radica en eso, es dominio, comando, engaño y conocimiento de la zona de strike.
“Para mí lo que cuenta es ceñirme al plan de juego. Tratar de ejecutar mis lanzamientos uno a uno. Tú sabes, la idea es tratar de ganar cada juego. Esa es la idea”.
Con él no ha habido problemas. Al parecer, a este zurdo no lo alcanzará aquello de la normalización de los números ¿Por qué? Sencillo, después de seis apertura no ha dado indicios de recaída y las veces en las que ha estado en verdaderos aprietos ha sabido salir ellas con aplomo.
Un WHIP de 1.00 muestra el balance que tiene de su mecánica. Se le embasa un corredor por hit o boleto en cada inning. Quizá parezca mucho, pero con una defensiva como la del Licey y cuando de 13 outs que se realizan, afuera los ponches, 10 son por el suelo y solo tres de elevados las noticias para los contrarios no parecen ser auguriosas.