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Una tercera parte de los habitantes del Principado de Mónaco son millonarios. El micro-estado (es el más pequeño del mundo, entre los miembros de la ONU) se jacta de ser un destino turístico para las familias más pudientes de todo el planeta, donde los yates, autos de lujos y las mansiones abundan. Pero, si bien la pobreza no es algo habitual, no todos tienen la fortuna de poder hacer lo que quieran.
Eso le sucedió a Charles LeClerc, un niño monegasco nacido en 1997, que desde pequeño quiso ser piloto de carreras. Quizás, haber vivido en el distrito de La Condamine, famoso por ser el punto de partida y llegada del mítico Gran Premio de Mónaco, fue lo que lo impulsó por querer subirse a un carro y probar las mieles de la velocidad.
O también, puede haber sido el hecho de ser hijo de Herve LeClerc, también piloto que supo correr en el Circuito de Montecarlo en competencias locales y en la Fórmula 3, y que sin duda no puso mucha resistencia al ver que el pequeño Charles quería seguir sus pasos.
Y así fue como a la pronta edad de ocho años, ya competía en karting, siendo un auténtico niño prodigio. En aquel 2005 y luego en las temporadas 2006 y 2008, Charles ganaría el Campeonato PACA en Francia. Con tres títulos en cuatro años, aparecía como una de las grandes promesas del automovilismo europeo. En 2009 volvió a ganar el Campeonato PACA pero en la categoría cadetes y, para 2010, ascendió a la categoría KF3, como parte del Campeonato Mundial de Karting. Pero llegaría el primer obstáculo.
Para 2010, su padre, que no pertenecía a esa tercera parte de la población millonaria, se dio cuenta que no disponía del presupuesto para sostener la temporada en la nueva categoría. Por lo que acudió a un amigo de la familia, Philippe Bianchi, quien poseía una pista de carreras en Francia en la que Charles practicó en sus inicios junto al hijo de Philippe, Jules. Charles y Jules Bianchi se hicieron amigos de inmediato.
Los Bianchi hablaron con Nicholas Todt, hijo de Jean, quien fuera jefe de equipo de Ferrari en épocas de Michael Schumacher y luego director de la Fórmula 1. Todt hijo era dueño de All Road Management, una empresa que patrocinaba pilotos y quedaron encantados con Charles a quien decidieron apadrinar.
Con el patrocinio de Todt, en 2011 Charles obtiene el título en KF3 y con apenas 14 años, ya era figura de la categoría. Sus últimas dos temporadas en karting las disputó en el equipo ART Grand Prix y en la categoría KF2 salió subcampeón de un tal Max Verstappen, con quien tuvo algunos roces que años después volverían a suceder en la máxima categoría.
Llegaba el momento de dar el paso a los monoplazas, pero con ese paso, también llegarían las tragedias. En 2014 corrió para el equipo Fortec en la Fórmula Renault Alpina, siendo subcampeón en su primer campeonato. Pero tal logro no pudo ser festejado por Charles. El 5 de octubre de 2014, Jules Bianchi, quien ya corría en Fórmula 1 para el equipo Marussia, siendo parte de la Academia de Ferrari, sufrió un accidente en el Gran Premio de Japón al estrellarse contra una grúa que se disponía a sacar de la pista otro monoplaza.
Las heridas sufridas en el choque lo dejaron en estado crítico y fallecería nueve meses después en julio de 2015, siendo el primer piloto en morir por un accidente en pista en F1 desde Ayrton Senna. Charles, que ya corría en Fórmula 3 Europeo, pudo sobreponerse, y logró cuatro victorias que lo dejaron en el cuarto lugar del Campeonato
Inmediatamente después, es captado por la Academia de Jóvenes Pilotos de Ferrari, gracias a la anterior recomendación de Jules, como también los vínculos con los Todt. Gracias a eso, se suma a la GP3 Series (actual Fórmula 3) y obtiene el título con la escudería ART Grand Prix, la misma para la que corrió en karting. Su logro le valió ser probador de los equipos Ferrari y Haas de Fórmula 1.
En 2017 los éxitos continúan y, en su debut en la Fórmula 2, vuelve a ganar el campeonato con el equipo PREMA Racing pero, al igual que unos años atrás, la tragedia vuelve a golpearlo de cerca. Esta vez, es su padre el que fallece repentinamente a la edad de 54 años producto de una enfermedad. Según contó el mismo Charles, para animar a su padre en sus últimos días, lo fue a visitar al hospital y le dijo “Papá, voy a correr en Fórmula 1 en 2018”, lo cual no era cierto ya que todavía no tenía ningún contrato firmado, pero quería verlo sonreír una última vez.
De todas formas, su título en Fórmula 2 le valió poder cumplir con la promesa a su padre y fichó para Sauber, que con el patrocinio de Alfa Romeo tenía nexos con Ferrari. Así, Charles llegaba a la máxima categoría con apenas 21 años siendo uno de los talentos con mayor potencial en la parrilla.
Su debut en la F1 fue aceptable. Con un monoplaza poco competitivo pudo acumular 39 puntos y finalizar el campeonato en decimotercera posición. Ferrari, que veía su progreso de cerca, lo fichó para 2019 con la intención de que se convirtiera en su figura en los siguientes años.
Hoy, LeClerc es la cara de Ferrari en este renacer de la Scudería. Dos triunfos en tres carreras, siendo la última de forma aplastante por más de veinte segundos (Ferrari no ganaba con esa distancia desde 2002) y con todos los tifosi ilusionándose con un piloto vestido de rojo campeón por primera vez en quince años. Pase lo que pase, la carrera de Charles LeClerc es una de las historias más ricas de todas. Ricas, como la gente de Mónaco a la cual LeClerc no pertenece.