No es casual que Jos Verstappen, padre de Max, haya sido uno de los pilotos que mas sufriera la filosofía de ‘ganar a cualquier precio’ de muchos de los pilotos de antaño. Y en este caso como en tantos otros, se comprueba como muchos hijos respiran con sus actos a través de la herida de los padres.
Verstappen padre fue piloto de F1 durante ocho temporadas entre 1994 y 2003, en las cuales integró, curiosamente, ocho escuderías distintas, una diferente en cada temporada. Benetton, Simtek, Footwoork, Tyrrell, Stewart, Arrows y Minardi, son las que tuvieron al neerlandés en su discreto paso por la categoría, en la que solo acumuló dos podios, ambos en 1994 en Benetton.
Justamente ese 1994 fue, quizás, la temporada más relevante de Verstappen padre. Jos tuvo de compañero a, nada más y nada menos que a Michael Schumacher, que durante ese año obtendría su primer título mundial. Si bien Jos era uno de los mejores proyectos que había, quedó a la sombra de su compañero.
Independientemente que el talento del alemán pudiera estar por encima del holandés, que la evolución técnica de todo el equipo estuviera focalizada en el muy particular estilo de conducción del heptacampeón mundial, así como todas las estrategias de entrenamientos y carrera, destruyó la moral y reputación de Jos Verstappen. En otros equipos como Stewart, Tyrrell o Arrows demostró ser mucho mejor piloto que el que parecía al lado de ‘Schumi’ en Benetton, solo que luego nunca dispuso de un coche competitivo. Así se forjó la actitud del padre que la transmitió a su hijo.
“Si obedezco al equipo, mi padre me corta los huevos”. Esa frase pronunció Max Verstappen cuando se le pidió que cediera el paso a Carlos Sainz en el gran Premio de Singapur de 2015. Pocas frases resumen de forma tan elocuente la mentalidad de soldado con la que Jos educó deportivamente a su hijo Max.
Algo así como que ‘Que no te pase a tí hijo, lo que me pasó a mí con Schumacher’. Estos modales suelen acabar con el piloto y su padre de patitas en la calle pero cuando eres rematadamente bueno, como es el caso de Max, no queda otra opción a los jefes de equipo que envainársela y ceder. Y así se gestó la reputación de la joya de Red Bull que este finde puede coronarse como campeón del mundo.
Justamente las experiencias de Jos, hicieron que el Verstappen padre buscara para su hijo Max lo mismo que disfrutó Schumacher en Benetton y que sufrió el mismo neerlandés. Así, impuso condiciones a los dirigentes de RedBull al renovar el contrato de su hijo. Está hoy claro que más allá de las exigencias económicas, las peticiones giraron alrededor de que su hijo fuera el Rey del equipo austríaco. Ninguna escuadra quiere ser tan dependiente de un piloto como lo es en la actualidad RedBull de Max.
Por eso, el rol de segundo piloto de Red Bull es, hoy en día, uno de los peores trabajos que podría haber. Desde la marcha de Daniel Ricciardo en 2018, pasaron Pierre Gasly (devuelto a Toro Rosso, hoy Alpha Tauri, después de unas carreras con bajos rendimientos), Alexander Albon y actualmente Sergio Pérez. En todos los casos, se trató de pilotos con gran potencial, pero que la presión de estar a la sombra de Max hicieron que mermaran rendimientos enormemente.
Se equivocaría de todos modos en esta ocasión Verstappen padre si instruyera a su hijo en esa filosofía de ganar a toda costa y provocar un accidente con Hamilton. Cabe recordar que, si ambos pilotos terminan fuera de los puntos en Abu Dhabi, el título va para Max por tener una victoria más en la temporada.