Pocas cosas pueden ser tan traumáticas para un adolescente que ver por televisión la noticia de que su padre había fallecido. Eso le ocurrió a uno en particular cuando con quince años de edad, se enteró por las noticias que su padre, había muerto en un accidente mientras pilotaba su avioneta.

Graham había sido piloto de Fórmula 1, pero no uno cualquiera. Tenía en sus vitrinas dos títulos de campeón logrados en 1962 y 1968 con Owen Racing y Lotus respectivamente. Además, es el único piloto, a día de hoy en obtener la simbólica “Triple Corona”, correspondiente al ganador de las tres carreras más emblemáticas del automovilismo: el Gran Premio de Mónaco de F1, las 500 millas de Indianápolis y las 24 horas de Le Mans. Por lo que su temprana y accidentada muerte en 1975 impactó a todos. Pero a su hijo Damon, aquel adolescente que se enteró por televisión, mucho más.

Damon, que hasta ese momento no estaba interesado en las carreras de autos. Su pasión estaba en otro aspecto, relacionado con la música, la guitarra. Incluso, admitió ser fanático de Los Beatles y de George Harrison en particular. Pero ese día de 1975 se hizo una promesa: iba a mantener el legado de su padre, y el apellido Hill, en los primeros planos del automovilismo mundial. Pero primero había que resolver algunas cuestiones.

La muerte de Graham dejó a su familia en una severa crisis económica, por lo que Damon tuvo que dejar sus sueños de lado y comenzar a contribuir con los ingresos familiares como sea. Fue obrero en construcciones y sus primeros contactos con los motores los hizo en una moto que utilizaba para entregar repartos de comida. Así fue que empezó a salir adelante.

Debido a esto, su carrera en las competiciones motoras recién comenzó cuando Damon tenía 23 años. Y lo hizo con motocicletas de 350cc. Recién en 1984, con 24 años, se subió a un monoplaza por primera vez. Para tener un parámetro, a esa edad otros pilotos ya habían debutado en la Fórmula 1.

Pero la insistencia en continuar el legado de padre le jugó en contra al principio. Tuvo que poner mucho dinero de su bolsillo, endeudándose hasta el cuello y la sombra de su padre campeón lo seguía en cada paso que daba. Ahí apareció su ídolo, George Harrison, que lo financió en el comienzo de su carrera luego de enterarse del plan del joven Damon.

Damon Hill con George Harrison, ex Beatles y principal patrocinador del piloto en sus comienzos

Allí apareció la genética, ya que sin mucha preparación y experiencia, Damon logró triunfos importantes en la Fórmula Ford, Fórmula 3 y Fórmula 3000 (la actual Fórmula 2). La llegada a la máxima categoría estaba cada vez más cerca.

Si bien no era un piloto destacado por su técnica y habilidad, su perseverancia y esfuerzo le abrieron las puertas de la Fórmula 1 en 1992, ya con 32 años, una edad avanzada para un debutante en los tiempos modernos. Pero Damon lo iba a aprovechar.

Inició en Brabham, una histórica escudería que estaba por desaparecer y participó en ocho carreras en las que apenas pudo clasificar en dos. Pero dejó buenas sensaciones y Frank Williams, fundador de la escudería que lleva su apellido, lo llamó para reforzar el equipo de pilotos.

En Williams acompañó a Alain Prost en 1993 y para el año siguiente le tocó ser segundo piloto de Ayrton Senna, del que recuerda haber pasado por al lado cuando el brasilero se estrelló fatalmente en Imola. Por lo tanto, para 1995, ya siendo veterano, se convirtió en piloto titular.

En 1996, como baluarte de la escudería, llegó la gloria. Ganó ocho carreras y obtuvo el campeonato del mundo de pilotos como su padre. Ahora Damon Hill tenía nombre propio y había cumplido la promesa de poner otra vez el apellido en lo más alto.

Pero a pesar del título, su edad fue un factor determinante y Williams no le renovó. Arribó a la modesta escudería Arrows en la que obtuvo algunos decentes resultados y luego pasó por Jordan para retirarse en 1999 con casi cuatro décadas de edad.

Hill con el Williams con el que salió campeón y sus ocho trofeos de esa temporada

Y ahí vino lo peor. Cumplió el objetivo que se había propuesto en 1975 tras ver la noticia de su padre y sintió un vacío que le costó llenar tras dejar de competir. Admitió que tuvo una crisis de identidad y una falta de motivación tan grande que le generó una depresión grave.

Aunque en esos años encontró una salida con su primer amor: la música. Formó de The Conrods, banda que mantuvo viva hasta 2003. En ese lapso hizo covers de The Rolling Stones, The Beatles y The Kinks, sus bandas favoritas.

También tocó en varios shows junto a su amigo George Harrison, hasta la partida del recordado Beatle el 29 de noviembre de 2001 tras sufrir cáncer de pulmón. Damon lo acompañó hasta sus últimos días, al igual que el músico lo acompañó incluso durante su estadía en la Fórmula 1.

Hoy se reconcilió con su presente y con los motores, ya que es comentarista para la televisión de las carreras de la máxima categoría. Y suele asistir a los circuitos con la impronta de un campeón del mundo. Pero sobre todo, con un nombre propio.