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La Fórmula 1 tiene en su historia carreras épicas, circuitos míticos y temporadas que, tranquilamente, se pueden repasar completas nuevamente por su emoción e intensidad. Pero más allá de todo lo bueno que tuvo, también hubo momentos en los que cayó muy bajo en materia de organización y brindó bochornosas situaciones. La más famosa es la que ocurrió en el Gran Premio de Estados Unidos en 2005.
El mercado estadounidense siempre fue un hueso duro de roer para la categoría. Acostumbrado al show, la espectacularidad y la velocidad constante, en el país norteamericano rendía más el IndyCar con sus óvalos y los carros pisando el acelerador de forma continua. Pero a partir del año 2000, Estados Unidos volvió a confiar en la Fórmula 1 y ofreció correr en uno de los trazados de Indianápolis, que incluían parte del óvalo.
Y la relación no era mala. Se habían llevado a cabo carreras emocionantes, como la de 2002 en la que dos Ferraris protagonizaron uno de los finales más cerrados de la historia. El monoplaza de Rubens Barrichello superó al de Michael Schumacher por apenas 11 milésimas. Eso hizo traer multitudes al circuito para las ediciones siguientes convencidos de ver un espectáculo similar. Pero en 2005 ocurriría todo lo contrario.
El contexto no era sencillo. La FIA había anunciado que para ese año, el cambio de neumáticos en boxes no estaba permitido, a menos que se tratara de un pinchazo o de una única llanta que estuviera peligrosamente desgastada. Esto se decidió debido al accidente de Kimi Raikkonen el año anterior en Nurburgring en el que una rueda mal colocada le provocó la rotura de la suspensión y un choque muy peligroso.
Así, los dos proveedores de neumáticos que trabajaban en la Fórmula 1, Bridgestone y Michelin, se enfrentaban al desafío de ofrecer compuestos más duraderos a sus equipos clientes para garantizar un buen rendimiento en carrera y no resignar rendimiento ni velocidad. En ese aspecto, los equipos que usaban Michelin (Renault, McLaren, Williams y Toyota) tuvieron una gran ventaja sobre los de Bridgestone (principalmente Ferrari) en todas las carreras de la temporada.
Tal era la diferencia, que la Scuderia (ganador del campeonato de pilotos y de constructores de las últimas cinco temporadas) no había ganado una sola carrera en las ocho carreras que se llevaban disputadas. Entre Schumacher y Barrichello acumulaban apenas cinco podios y misma cantidad de abandonos. Por el contrario, los que dominaban claramente eran Renault y Fernando Alonso.
Pero al llegar a Indianápolis, todo cambió. Durante las dos primeras tandas de prácticas libres, los Toyota de Ricardo Zonta (tercer piloto) y Ralf Schumacher sufrieron ambos pinchazos en el neumático trasero izquierdo que encendieron las alarmas en el equipo, sobre todo, porque el accidente de Ralf fue grave aunque pudo salir por sus propios medios. Y el equipo apuntó a Michelin.
La situación pasó a mayores cuando Jarno Trulli (el otro piloto de Toyota) presentó los mismos signos de rotura en sus neumáticos y luego se evidenciaron los mismos problemas en otros equipos clientes de Michelin justo antes de la segunda práctica libre. Para el sábado, día de clasificación, las noticias no eran buenas.
Según la empresa proveedora de neumáticos, la curva peraltada del óvalo estadounidense provocaba una carga lateral en el neumático, que ocasionaba daños debido al diseño del mismo. La configuración del chasis y la suspensión de los Toyota acrecentó las posibilidades de rotura, por lo que se recomendó al resto de los equipos que tomaran recaudos para la clasificación. Si bien Jarno Trulli se llevó la pole position, los equipos Michelin tuvieron que hacer paradas cortas y con poco combustible para evitar la carga de los neumáticos.
Pero una cosa era hacer tandas cortas en qualy y otra abordar una carrera en donde no están permitidos los cambios de llantas en boxes. Por lo que los equipos de Michelin se reunieron y, luego de conocer que no podían recibir más neumáticos, solicitaron a la FIA modificar el trazado y colocar una chicana en la curva 13, la peraltada, para reducir la velocidad.
Para el domingo, la chicana no estaba porque la organización no quería comprometer la seguridad del circuito, que ya estaba configurada bajo las condiciones originales. En Michelin alegaron que ya había un precedente, ya que en el Gran Premio de España de 1994 (el posterior al del accidente de Ayrton Senna) se había hecho para evitar accidentes, pero no hubo caso. La chicana no se colocó.
Así, a poco de comenzar la carrera, los equipos abastecidos por Michelin decidieron directamente no correr, bajo recomendación de su proveedor de neumáticos, debido al alto riesgo de pinchazos y despistes que había al subir a la curva peraltada a altas velocidades. Los carros con neumáticos Michelin fueron parte de la vuelta de formación, pero entraron a boxes al momento de la largada.
La imagen de esa largada es una de las fotos más icónicas de la historia de la Fórmula 1. Solo seis monoplazas, de los equipos Ferrari, Jordan y Minardi, ubicados en sus respectivos lugares de clasificación, esperando la orden del comienzo de la carrera. En las gradas, la confusión y el abucheo eran igual de intensos. Incluso se arrojaron varios objetos, como latas de cerveza en la primera curva.
La carrera la ganó Michael Schumacher, que así obtuvo el único triunfo de Ferrari en la temporada. Segundo, salió su compañero de equipo Rubens Barrichello, mientras que el podio lo completó Tiago Monteiro, de Jordan, que le dio el último podio de la historia al equipo irlandés.
Las consecuencias fueron muy duras para la Fórmula 1, sobre todo en Estados Unidos. La decepción por el fallido espectáculo provocó una imagen muy negativa de la categoría en el país. Michelin tuvo que pagar cientos de cheques a los fanáticos que exigieron una compensación, e incluso compró 20.000 entradas para el Gran Premio del año siguiente para que sean entregadas a los que habían renovado su ticket para el 2006.
En España, donde la cobertura de la temporada de Fernando Alonso era seguida de forma prácticamente obsesiva, la transmisión de la carrera se cortó en la vuelta 25 y nunca se emitieron las 48 vueltas restantes debido al casi inexistente interés por la carrera.
Otro de los que sufrió la reprobación interna fue Ferrari, que fue el único equipo que no acordó parar la carrera y no correr. Tanto Jordan como Minardi habían pactado solidarizarse con el resto de los equipos y no ser parte de la largada, pero Ferrari presionó a Bridgestone y finalmente terminó obligando a los otros dos equipos correr también. Finalmente, el triunfo le permitió a la Scuderia llegar al tercer puesto del Campeonato.
El Gran Premio de Estados Unidos corrió serios riesgos de no volver a disputarse. De todas formas, se cumplió sin problemas el contrato que vinculaba a Indianápolis a la categoría hasta 2007. Luego, el país dejaría de albergar la Fórmula 1 hasta su reingreso al calendario en 2012 en el Circuito de Las Américas en Austin, Texas, donde se corre actualmente.
El creciente interés en la categoría en el país norteamericano provocó que para esta temporada 2022 se sume el Gran Premio de Miami al calendario, donde se prevé un multitudinario acompañamiento del público y, para 2023, se confirmó que también se correrá en Las Vegas, teniendo así tres carreras en Estados Unidos.