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Desde que Michael Jordan entró en el mundo de la NASCAR como copropietario de 23XI Racing, las expectativas y la atención han sido altas. Sin embargo, lo que muchos no esperaban era la profundidad de su compromiso y pasión por el deporte del automovilismo.

En cada evento de NASCAR donde Jordan hace acto de presencia, no hay fanfarria ni alboroto excesivo. Más bien, su llegada pasa desapercibida para la mayoría, solo notada por aquellos cercanos al deporte que reconocen su figura. Su interacción con los aficionados es breve pero significativa, a menudo elogiando los zapatos Air Jordans de aquellos que se cruzan en su camino.

Lo que diferencia a Jordan de otros propietarios de celebridades en NASCAR es su compromiso genuino con el deporte y su equipo. A diferencia de figuras como Troy Aikman, Roger Staubach o Brett Favre, cuya incursión en la propiedad de equipos de NASCAR podría haber sido principalmente por razones financieras o de imagen, Jordan se muestra como un verdadero entusiasta y conocedor del deporte. Su infancia en Carolina del Norte, donde su padre trabajaba en motores, sembró las semillas de su pasión por las carreras.

Antes de asociarse con Denny Hamlin para formar 23XI Racing, Jordan ya era un ávido seguidor de las carreras. Su interés va más allá del aspecto financiero; se trata de una pasión arraigada en su corazón. Su involucramiento activo, el seguimiento meticuloso de cada carrera y la constante búsqueda de formas para mejorar y apoyar a su equipo son testimonio de su autenticidad y amor por el deporte.

Para Jordan, la propiedad de un equipo de NASCAR no se trata solo de negocios; se trata de vivir su pasión. Aunque no puede controlar directamente los resultados en la pista, su presencia y apoyo son palpables para su equipo. Ya sea brindando palabras de aliento o compartiendo su sabiduría, Jordan demuestra que su compromiso va más allá de la inversión financiera.

La reciente victoria de Tyler Reddick en Talladega fue un momento de celebración para todo el equipo de 23XI Racing, pero especialmente para Jordan. Su expresión de alegría y satisfacción en el carril de la victoria fue una prueba más de su profundo involucramiento emocional en el deporte. A través de su participación en NASCAR, Jordan ha demostrado una vez más que es más que un icono del baloncesto; es un apasionado seguidor y contribuyente al mundo del automovilismo.

Michael Jordan es mucho más que otro propietario quien es una celebridad, en NASCAR. Su compromiso, pasión y autenticidad lo distinguen como una figura única en el deporte, cuyo impacto va más allá de la pista de carreras. Su presencia en 23XI Racing no solo ha elevado el perfil del equipo, sino que también ha inspirado a una nueva generación de fanáticos y competidores en el mundo de las carreras de autos. En última instancia, la historia de Jordan en NASCAR es un testimonio de su amor por el deporte y su capacidad para trascender las fronteras de su fama como jugador de baloncesto.