En 1992 Giovanna Amati tuvo tres intentos fallidos para ser parte de un Gran Premio de Fórmula 1. Pero tanto en Sudáfrica, México y Brasil, donde se llevaron a cabo las primeras fechas de la temporada, la italiana fracasó en clasificar con su Brabham con motor Judd que, lejos estaba de ofrecer un alto rendimiento.

A partir de allí, hubo muchas mujeres que fueron parte de los equipos principales de la parrilla como testers o pilotos de reserva, pero ninguna llegó a ser parte de una carrera del calendario oficial de la temporada. La última en intentarlo fue latinoamericana, la colombiana Tatiana Calderón.

Nacida en el país sudamericano en 1993, luego de no conseguir rivales en su país en las diferentes competencias de karting, se mudó a Estados Unidos con apenas 16 años para seguir el sueño de su compatriota e ídolo, Juan Pablo Montoya, con el que creció viendo sus logros en la Fórmula 1.

En 2011 se trasladó a Europa para inscribirse en la Fórmula 3, una de las categorías que sirven de preparación para el Gran Circo. Llegó a correr hasta tres carreras por fin de semana para mostrar su valía y, en 2018 llegó la oportunidad de ser piloto de desarrollo de Sauber. Incluso, durante una visita a México, se subió al monoplaza de Fórmula 1 del equipo siendo la primera mujer latinoamericana en hacerlo.

En 2019 participó del Campeonato de Fórmula 2, la antesala a la máxima categoría, pero a pesar de ser la primera mujer en ser parte de dicho campeonato, según ella, sería la peor temporada de su vida. En todo sentido: en lo emocional, en los resultados, en las decepciones, y sobre todo en la muerte de Anthoine Hubert, su compañero de equipo.

El francés sufrió un terrible accidente en la serie de Bélgica en el Circuito de Spa-Francorchamps, donde tras una serie de choques fue impactado por el monoplaza de Juan Manuel Correa, lo que le provocó la muerte horas más tarde. Para Calderón, que había sido su compañera toda la temporada, fue traumático.

“El impactante golpe, pero también observar cómo los padres de Anthoine retiraban sus pertenencias del hotel, ya que tenían habitaciones contiguas, me desmoronó. Superar el trauma me demandó meses, días de llanto y noches de insomnio. Trabajé con psicólogos y tuve que replantearme lo que quería hacer con mi carrera, porque no estaba disfrutando”.

A partir de allí el sueño de la Fórmula 1 empezó a desmoronarse, pero Tatiana busca seguir rompiendo barreras. A partir de esta temporada, será la primera mujer desde 2011 en participar de una temporada completa de IndyCar, mudándose nuevamente a Estados Unidos.