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Muy difícilmente si a alguien se le pregunta por un piloto de Fórmula 1, sea conocedor del deporte o no, no diga Ayrton Senna. Las proezas del brasileño en la pista quedaron en la memoria de todos los amantes del automovilismo y, justamente, ayer se cumplieron treinta años de una de sus últimas gestas.
Corría el año 1993 y Senna transitaba el que sería su último con McLaren, que había dejado de ser la escudería dominante de fines de los ochenta y principios de los noventa. Aún así, el triple campeón mundial se las arregló para mostrar de lo que aún era capaz de hacer al volante. En lo que fue la única carrera disputada en el circuito inglés, Senna largaba en la cuarta posición bajo la lluvia que empezaba a caer. A esta altura, ya era mundialmente conocida la capacidad de Ayrton de conducir bajo esas condiciones, aunque nadie esperaba lo que vendría,
Un casi choque con el Benetton de Michael Schumacher lo retrasó al quinto lugar luego de la primera curva, pero Senna comenzó a pasar rivales a través del asfalto empapado como si se corriera en seco. En la segunda curva Senna ya dio cuenta del alemán y antes de llegar a la cuarta variante dejó atrás al austriaco Wendlinger. Su siguiente “víctima” fue Damon Hill y usó la misma estrategia: le redujo diferencia aprovechando su pericia con el piso mojado, le puso el auto a la par antes de doblar y ahí ejecutó su superación.
Lo mejor llegó al final, ya que que adelante solo quedaba Alain Prost. Los corazones se paralizaron ya que algunos de sus antecedentes juntos fueron de alto voltaje. Se le acercó en las curvas siguientes y antes de llegar a la Horquilla Melbourne (un giro en “U”) le puso el auto por el lado interno al francés, que supo que su rival tuvo la cuerda y nada pudo hacer. Senna dobló allí primero y quedó como líder a solo una curva de completar la primera vuelta.
La vuelta fue considerada como una de las mejores de la historia, no solo por ser de una largada, sino por las condiciones climáticas. De todas formas, la gesta no quedó ahí. Senna no solo ganó la carrera, sino que le sacó una vuelta a todos los pilotos que quedaron en pista (un total de once), a excepción del segundo, Damon Hill, que llegó a una distancia de casi un minuto y medio detrás.
El que ganaría el campeonato sería Alain Prost con Williams, la escudería reinante en esa era. Senna al año siguiente recalaría en dicho equipo (Prost decidió retirarse antes que ser compañero del brasileño) aunque los resultados no serían los esperados y tras dos abandonos en dos carreras, Senna fallecería en la tercera carrera del año en el fatídico Gran Premio de San Marino de 1994 en el que también murió el piloto Roland Ratzenberger.