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La movilidad eléctrica ha permitido a las marcas, tener la excusa perfecta para recuperar de la historia algunos modelos que marcaron épocas del mundo del automóvil.

Toyota sigue la línea de los autos deportivos más extremos, como parte de su programa GR (Gazoo Racing), y persiguiendo la idea de fomentar el “fun to drive” con la que han relanzado el GR Supra y el GR 86.

Así lo ha expresado nada menos que el nuevo CEO mundial de Toyota Motor Corporation, Koji Sato, durante un evento de rally japonés que compartió con su antecesor y nieto del fundador de la marca, Akio Toyoda, y vino como respuesta a una expresión de éste, quien se mostró como un apasionado del Toyota Célica. Fue entonces que Sato no dudó en decir “Quiero revivir el Celica”, y la noticia comenzó a rodar más rápido que un auto deportivo.

Algunos días después, el sitio Best Car publicó una ampliación de esa noticia al señalar que un ejecutivo anónimo de Toyota dijo que el trabajo final de Koji Sato como ingeniero jefe de Lexus (su puesto previo a asumir como CEO de Toyota Motor Co) era terminar el proyecto del auto que ocupe el lugar de sucesor del Lexus LFA.

A diferencia del deportivo de la marca de lujo de Toyota, que tenía un potente motor de combustión interna en configuración V10, el próximo LFA será un vehículo 100% eléctrico al que denominan BEV Sport. La idea es que Sato aportará su experiencia a partir de ese proyecto y adaptará ese tren motriz al nuevo Toyota Celica, haciendo que este modelo sea el primer proyecto ideado por Sato como CEO de la marca japonesa.

El Célica nació a fines de 1970 y formó parte de la rica historia de los autos deportivos de Toyota, integrando lo que se conoció como los “tres hermanos”, junto al Supra y al MR2.

La necesidad de entrar en el mercado norteamericano le dio al auto un aire distinto, que pudiera competir con modelos como el Ford Capri, basándose en ángulos más rectos. .

El Célica que hizo famoso el español Carlos Sainz al ganar el título mundial de 1990, y la siguiente generación, la del GT-Four mantuvo ese encanto especial que el vehículo pudo conseguir entre los amantes de los autos deportivos de alto rendimiento. Durante toda la década de los años 90, el Célica evolucionó hasta lograr un perfil mucho más estilizado, aún dentro de la línea GT-Four, convirtiéndose en un auto exitoso a nivel global. Sólo cuando terminaba el siglo, con la llegada de la séptima generación, mucho más americanizada nuevamente, empezó su despedida. El auto no tuvo el suceso esperado, y en 2006 se discontinuó para dar paso a la generación de autos híbridos de Toyota que ya era una realidad.

La mirada deportiva, que había tenido sus últimos destellos con el Corolla hatchback en Rally y el Supra GT en pista, quedó en pausa hasta ser revitalizada por Akio Toyoda con el programa de los GR actual. Y es justamente en esta línea que ahora Sato parece haber encontrado el modo de recuperar aquella historia pausada, quizás, injustamente.