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El 5 de septiembre de 2024, el mundo despertó con la desgarradora noticia del asesinato de la atleta olímpica ugandesa Rebecca Cheptegei, quien falleció después de sufrir un brutal ataque por parte de su expareja en Kenia. La atleta, que había representado a Uganda en el maratón de los Juegos Olímpicos de París, fue rociada con gasolina y quemada viva por su expareja, Dickson Ndiema Marangach, en un acto que ha conmocionado a la comunidad internacional.

Este trágico suceso no solo marca una pérdida irreparable para el deporte, sino que también resalta un problema cada vez más alarmante: la violencia de género que afecta de manera desproporcionada a las mujeres en todo el mundo, incluso a aquellas que, como Cheptegei, han alcanzado los más altos niveles de éxito en sus carreras.

Una vida marcada por el esfuerzo y el sacrificio

Rebecca Cheptegei, de 33 años, era conocida no solo por su impresionante carrera como atleta, sino también por su dedicación y sacrificio. Desde 2010, la ugandesa se había destacado en las pistas, logrando romper récords y representar a su país en eventos de gran envergadura. En los últimos Juegos Olímpicos de París, ocupó el puesto 44 en el maratón femenino, una hazaña notable considerando las adversidades que enfrentaba en su vida personal.

La historia de Cheptegei no es solo la de una atleta exitosa, sino la de una mujer que, como muchas otras, vivía bajo la amenaza constante de la violencia. A pesar de haber denunciado el acoso y los ataques de su expareja ante las autoridades, estas no actuaron con rapidez, lo que resultó en su trágica muerte. Este caso pone de manifiesto la falta de protección y apoyo que muchas mujeres enfrentan, incluso cuando buscan ayuda en situaciones de peligro inminente.

El móvil delasesino

Supuestamente, el móvil del asesino, Dickson Ndiema Marangach, estaría relacionado con una disputa sobre una propiedad que compartía con Rebecca Cheptegei. Sin embargo, este motivo no está del todo claro, ya que Marangach había sido reincidente en actos de violencia hacia la atleta, mostrando un comportamiento agresivo que iba más allá de esa discusión puntual, lo que plantea interrogantes sobre sus verdaderas intenciones.

La violencia de género: un problema sistémico

La muerte de Cheptegei es solo la punta del iceberg de una problemática mucho más profunda y arraigada en nuestras sociedades: la violencia de género. En Kenia, el 34% de las mujeres entre los 15 y 49 años ha sufrido violencia física, un porcentaje alarmante que revela la magnitud del problema. Aún más preocupante es que el 41% de las mujeres casadas han sido víctimas de ataques por parte de sus parejas, lo que pone de relieve la vulnerabilidad de las mujeres en el ámbito doméstico.

Este no es un caso aislado. En los últimos años, otras atletas kenianas han sido víctimas de la violencia de género. Agnes Tirop y Damaris Mutua, dos atletas de renombre, también fueron asesinadas por sus parejas en 2021 y 2022, respectivamente. La repetición de estos casos en un país con una rica tradición en el atletismo ha generado indignación y ha llevado a muchos a cuestionar el papel de las autoridades en la protección de las mujeres.

La respuesta del mundo del deporte y la necesidad de justicia

Tras la muerte de Cheptegei, el mundo del deporte ha reaccionado con profundo dolor y consternación. La Federación de Atletismo de Uganda y el Comité Olímpico de Uganda emitieron comunicados condenando el acto de violencia y exigiendo justicia para la atleta. En Kenia, el ministro de Deportes, Kipchumba Murkomen, expresó su pesar por la pérdida de Cheptegei y subrayó la necesidad de redoblar esfuerzos para combatir la violencia de género.

Sin embargo, más allá de las palabras y los comunicados, lo que se necesita con urgencia es una acción real y concreta. El gobierno de Kenia, las organizaciones deportivas y las autoridades internacionales deben trabajar de manera conjunta para garantizar que este tipo de tragedias no se repitan. Es fundamental implementar políticas efectivas que protejan a las mujeres, no solo en el ámbito deportivo, sino en todos los aspectos de la sociedad.

La lucha por un cambio

La muerte de Rebecca Cheptegei debe servir como un llamado a la acción. No podemos permitir que otra mujer pierda la vida a manos de un agresor, y es responsabilidad de todos nosotros, como sociedad, asegurarnos de que las mujeres puedan vivir y prosperar sin miedo a la violencia. El deporte, una arena de esfuerzo y superación, debe ser también un espacio de seguridad y respeto, donde la violencia no tenga cabida.

Es hora de que los gobiernos, las instituciones y la sociedad en su conjunto tomen medidas decisivas para erradicar la violencia de género. Solo entonces podremos honrar verdaderamente la memoria de mujeres como Rebecca Cheptegei, quienes, a pesar de todo, nunca dejaron de luchar, tanto dentro como fuera de las pistas.