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Decía el célebre Bertolt Bretch que hay quienes luchan un día y son buenos, otros luchan un año y son mejores, están los que luchan muchos años y son muy buenos, pero hay los que luchan toda la vida y esos son los imprescindibles. Alejandra Aybar, bien puede ser de las imprescindibles, de esas mujeres que no cejan en el empeño y lo dan todo en cada jornada.

Un diploma paralímpico, en perspectiva pudiera ser nada, pensando un poco más allá, representa el hecho de quedar entre las 8 mejores de tu deporte en todo el orbe y eso en parte compensa la frustración

La huella de Aybar

Quizás por ello, la reconocida nadadora vio como una meta cumplida el hecho de obtener el reconocimiento que la acreditó como finalista en la prueba de los 100 metros mariposa, clase S8, en los Paralímpicos de Tokio.

Fue el mejor colofón sin dudas para Aybar, esa muchacha que debió sopesar con hidalguía el diagnóstico a temprana edad de la osteogénesis imperfecta, una condición genética que afecta los huesos, volviéndolos muy frágiles.

Una fe inquebrantable

Siempre con fe y esos deseos irrefrenables de luchar, Aybar ha visto en el deporte y en especial la natación, el catalizador por excelencia de muchas de sus aspiraciones.

Antes de llegar a su meta, allí en los Juegos Paralímpicos de Tokio, Aybar tuvo que imponerse a lo que parecía imposible, pues la práctica de ejercicio físico nunca fue una opción sin embargo por una de esas vueltas de tuercas que vemos a diario, llegó a la piscina debido a una recomendación médica y a partir de ese momento, su historia cambiaría para siempre.

Siempre adelante

Fue allá por 2015 cuando empezó todo y ya en 2019, durante los Juegos Parapanamericanos de Lima, Aybar hace historia al convertirse en la primera y única medallista de la natación dominicana en llevarse una medalla de plata en estas lides.

Alejandra legaba su nombre en los anales de estas justas, compitiendo en la modalidad de 100 metros pecho SB6.

Aquello fue el cimiento de lo que vendría después, pues en varias paradas del circuito Mundial, la antillana seguiría incrementando su cosecha de preseas, tal como sucedió en 2021, cuando se colgó dos platas en Berlín.

Por ello, su llegada a tierras niponas no fue fruto del azar, la hazaña se lograba tras largos meses de sacrificio.

Nuevo reto

A finales de 2023, allá en Santiago de Chile, durante los Juegos Parapanamericanos, de seguro Aybar volverá a la acción y acá en Quisqueya seremos testigos de otra gesta colosal.