Una reevaluación médica reveló que la azerbaiyana Shahana Hajiyeva, campeona paralímpica en Tokio 2020, no sufría el nivel de discapacidad visual necesario para competir.

El deporte paralímpico enfrenta un nuevo y polémico episodio tras la expulsión definitiva de la judoca azerbaiyana Shahana Hajiyeva, una de las atletas más reconocidas de su disciplina, luego de que una reevaluación médica concluyera que no padecía la ceguera total que exige la categoría en la que competía. La decisión ha provocado reacciones de indignación, preocupación y llamados urgentes a revisar los protocolos de clasificación en competencias de alto nivel.

Hajiyeva, quien alcanzó la gloria deportiva al conquistar el oro en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, y recientemente representó a Azerbaiyán en los Juegos de París, ha sido vetada de por vida para participar en competencias oficiales del circuito paralímpico. La Comisión Médica Internacional, según reportes del medio Infobae, detectó que la atleta no cumplía con los criterios visuales requeridos para la categoría J2, lo que invalidaba su elegibilidad para competir en torneos bajo la reglamentación actual.

De ícono paralímpico a símbolo de controversia

La caída en desgracia de Hajiyeva marca un giro radical en su carrera. Considerada hasta hace poco como una de las grandes exponentes del judo paralímpico, su historial competitivo incluía varias distinciones en la clasificación antigua del sistema visual B1, B2 y B3. Sin embargo, la actualización normativa —que ahora solo reconoce las categorías J1 (ceguera total) y J2 (discapacidad visual severa)— dejó fuera ciertos diagnósticos que antes eran aceptados.

Esto obligó a una nueva ronda de evaluaciones médicas más estrictas en el marco del campeonato mundial de judo. En ese contexto, se descubrió que Hajiyeva no presentaba una limitación visual severa, lo que se traduce, según la normativa internacional, en una infracción grave al espíritu competitivo y ético del deporte adaptado.

¿Trampa o vacío legal?

Aunque no se ha podido confirmar si Hajiyeva incurrió deliberadamente en una trampa, el precedente es preocupante. El caso abre una delicada discusión sobre el margen de interpretación que dejan las regulaciones médicas, así como la responsabilidad compartida entre atletas, entrenadores, federaciones y autoridades evaluadoras.

Además, reaviva el recuerdo de otros episodios controvertidos, como el del equipo español de baloncesto en los Juegos Paralímpicos de Sídney 2000, donde se reveló que solo dos de los doce jugadores inscritos tenían discapacidad intelectual, mientras el resto fingía condiciones para beneficiarse del sistema. Ese escándalo provocó una ola de reformas en el movimiento paralímpico, pero también evidenció las vulnerabilidades del sistema.

El impacto para el judo adaptado

La decisión de vetar a Hajiyeva no solo afecta su carrera, sino que también sacude la credibilidad de las competencias de judo paralímpico, un deporte donde el contacto físico, la sensibilidad táctica y el entorno auditivo juegan un papel fundamental para atletas con discapacidades visuales.

La Federación Internacional de Judo para Ciegos y el Comité Paralímpico Internacional han sido enfáticos en defender la limpieza del deporte, reforzando sus procesos de clasificación. No obstante, el caso Hajiyeva evidencia que los controles aún pueden ser burlados o mal interpretados, y que se requiere una mayor transparencia, revisión médica constante y actualización normativa que garantice condiciones de equidad real para todos los participantes.

¿Cómo afecta esto al deporte adaptado en general?

Los Juegos Paralímpicos, además de ser una plataforma de inclusión, se han convertido en un espectáculo de alto rendimiento donde el profesionalismo y el patrocinio han incrementado la presión por ganar. Esto puede derivar en prácticas poco éticas, incluso dentro del deporte adaptado, donde la línea entre necesidad médica y conveniencia competitiva se vuelve difusa.

El caso también afecta la percepción pública. Aun siendo excepcionales, estas situaciones pueden dañar la confianza en un movimiento que ha luchado históricamente por visibilidad y respeto. En ese sentido, fortalecer la supervisión médica independiente y las auditorías éticas es clave para que el deporte paralímpico no solo crezca en audiencia, sino también en integridad.

Shahana Hajiyeva pasará a la historia no solo como una campeona en el tatami, sino como una figura polémica en los anales del deporte paralímpico. Su sanción vitalicia representa una señal clara de que el sistema busca proteger la legitimidad de la competencia, aunque también subraya la necesidad urgente de fortalecer los mecanismos que impidan este tipo de situaciones antes de que ocurran.

El deporte paralímpico sigue siendo una inspiración global, pero debe blindarse contra cualquier intento de manipulación que desvirtúe su esencia. Porque más allá de los logros individuales, lo que está en juego es el respeto a los atletas verdaderamente elegibles y el espíritu de superación que define a estos Juegos.