Uno de los atractivos de los Juegos Olímpicos es la cantidad de récords que se pueden romper. Las marcas están al alcance para que un deportista pueda hacer historia y escribir su nombre, al menos hasta la siguiente edición.

Y el atletismo es una fuente inagotable de récords. La distancia en los lanzamientos o la velocidad en las carreras parecen no tener límite. Y en Tokio, justamente los récords en velocidad se superan día a día, incluso en fases preliminares. Y ahora se sabe el motivo.

Pruebas como los 400 metros con vallas, los 100 y 200 metros llanos o hasta el salto triple han superado marcas que databan de hace años e incluso varios corredores han conseguido romper sus mejores tiempos. Esto ha abierto el debate sobre qué es lo que sucede en el Estadio Olímpico.

El principal apuntado fue el calzado de los deportistas. Las marcas encargadas de fabricarlos han implementado numerosas mejoras para favorecer el agarre al suelo, al mismo tiempo que se hace más livianos. Por ejemplo, el modelo Nike AirZoom Maxfly cuenta con una placa de fibra de carbono con una espuma especial y superreactiva conocida como ZoomX, capaz de ofrecer un retorno de energía del 85% en cada pisada, lo que genera sensación de propulsión.

Esto ha generado críticas en los competidores, ya que destacan que ya no gana el que sea más veloz, sino en quien tenga el mejor calzado. De todas formas, estos productos fueron revisados y aprobados para su uso por la Federación de Atletismo.

Por si fuera poco, Andrea Vallauri, quien se encargó de diseñar la superficie de la pista explicó que hicieron una modificación pensando en sumarle velocidad. La pista es muy fina, 14 milímetros. Pero hemos añadido un nuevo elemento: gránulos de caucho. En la capa inferior de la pista está este diseño hexagonal que crea estas pequeñas bolsas de aire. No solo proporcionan absorción de impactos, sino que devuelven algo de energía al mismo tiempo. Un efecto trampolín. Hemos mejorado esta combinación y es por eso que vemos que la pista ha mejorado el rendimiento

La polémica está instalada, pero lo que es definitivo es que todavía quedan muchos récords por romper, sobre todo si la tecnología está dispuesto a hacerlo.