Puedes atesorar mucho talento, perfeccionarlo, dejar claro con el paso del tiempo que naciste para triunfar en un determinado ámbito, pero alejarte un período del quehacer acostumbrado te pasa factura, así te llames Novak y te apellides Djokovic. No hay dudas que la Covid 19 ha sido un giro radical en la vida de cada uno de los habitantes de este planeta, por lo que el balcánico no es ajeno a una realidad que se agrava si ciertas decisiones en el comportamiento individual influyen en el orden social.
Importante. –Jamás cuestionaría la decisión de alguien aunque en teoría parezca ir contra la corriente-. El serbio tiene todo el derecho de negarse a la vacunación si él estima que su vida está bien así. Listo, los suyos lo apoyan y para uno de los legendarios de las raquetas es suficiente. A partir de ahí volvemos a lo meramente deportivo, algo que se le negó en el primer tramo de la temporada por la postura antes mentada. Eso sí, siento que fue innecesaria la novela australiana, aunque no me ataño el poder de nombrar culpables por encima de unos u otros.
La única verdad es que el rey de la pista dura de cada enero vio desde su casa como uno de sus grandes rivales sonreía ante un joven rebelde como Medvedev, ese que le dejó sin el último escalón de los Grandes en 2021, pero que se tomó unos minutos para enviarle un mensaje en medio de la frustración de la derrota ante Rafa. Novak no lo ha dicho, pero esa espina la tiene en la lista de pendientes a solucionar.
Sólo cuatro partidos este 2022. En Dubái se despidió en los cuartos, mientras que en Montecarlo lo sorprendió Alejandro Davidovich en su primer duelo. Obviamente llegaron las preocupaciones, las propias y las de quienes entienden que Djokovic está destinado a encabezar los títulos de Grand Slam. Por cierto, la idea planteada también ronda mi cerebro. Con esta confesión no demerito al balear ni al perfeccionista Federer, pero las piernas del nacido en Belgrado, su capacidad para responder en todos los sectores de la cancha y la férrea mentalidad que le acompaña le auguran salirse de las pistas tras los otros integrantes del Big three.
Precisamente en su ciudad natal está recuperando esas sensaciones que inquietan a sus rivales. Si bien el polvo de ladrillo nunca ha sido su habitad natural, Tsitsipas probó de primera mano lo que significa provocar a Nole.
En 2021 el griego tenía más que contra las cuerdas al serbio quien remontó un 0-2 en la final de Roland Garros, cita en la que tiene puesta su mirada, pensando por qué no en desafiar al casi imbatible en tierras parisinas Rafa Nadal. La derecha del Djokovic ha vuelto. Siempre que las normas lo permitan, él ya ha dicho que está listo. “Parar, sólo cuando yo lo decida”, sentencia y punto de partido para Nole.