Las Reinas del Caribe obtuvieron su quinta Copa Panamericana tras ganarle a México en sets corridos y, de esa forma, borran el mal trago que tuvieron tras el traspié en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, ya que luego de eso también se consagraron en el Campeonato NORCECA.

Si bien mucho de los flashes se los llevó la histórica capitana Prisilla Rivera, que se retiró de la actividad profesional tras la consagración, hay varios nombres a destacar y uno de ellos es el de Brenda Castillo, que una vez más, demostró por qué es la mejor líbero del mundo.

Castillo se quedó con tres premios en su haber tras la final, ya que fue reconocida como la Mejor Líbero, la Mejor Defensora y la Mejor Receptora, un ejemplo más de la importancia de Brenda en el equipo desde esa posición, a veces, tan poco valorada.

Castillo tiene una historia tan asombrosa como su look dentro de la cancha que sorprende igual que sus increíbles salvadas para su equipo. Se unió al equipo en 2007 con sólo 15 años y tomó un rol protagónico en la parte trasera del campo, dándole a las dominicanas una fortaleza adicional, al lado de máquinas de sumar puntos como Milagros Cabral y Bethania De La Cruz.

Al mismo tiempo, seguía jugando en juveniles y llevó al equipo nacional a obtener la medalla de plata en el Mundial Sub-20 de México en 2009. Brenda tenía apenas 17 años y ya aparecía como una figura emergente del voleibol femenino mundial.

Brenda desde su debut en el equipo no paró de ganar premios como la mejor en su puesto

 

Por eso, no sorprendió que en 2012, luego de la actuación consagratoria de Las Reinas al obtener el quinto puesto en los Juegos Olímpicos de Londres, Castillo fuera votada como la mejor líbero del torneo, lo que catapultó su carrera hacia el estrellado. Y sólo tenía 20 años

Después de eso, Brenda tuvo su primera experiencia europea al jugar cuatro años en Azerbaiyán, primero para el Ranita y luego para el Lokomotiv, ambos de la capital Bakú. Allí, otra vez fue elegida la mejor en su puesto en la Liga de Campeones de la temporada 2013-2014. Brenda ya era una realidad.

Pero su carrera iba a tener sus momentos difíciles. Primero, la decepción de no poder clasificar a los Juegos Olímpicos de Río justo cuando Brenda estaba en su pico de nivel. Por eso mismo, Brenda regresó a jugar a Dominicana tras un paso por el voleibol de Brasil.

Luego, nació su primera hija, pero el reposo recomendado para recuperarse del embarazo no la detuvo y siguió jugando hasta que tuvo que parar obligatoriamente por un hecho que casi le cuesta la vida. En septiembre de 2019 estuvo involucrada en un grave accidente de tráfico que “solamente” le causó una fractura en su brazo izquierdo.

Tras meses de reposo y un par de cirugías, en la que los doctores le aplicaron una placa de titanio, volvió justo a tiempo para intentar la última chance de meterse en Tokio 2020, sus segundos Juegos Olímpicos en el clasificatorio en Santo Domingo. Y lo hizo.

Por esas cosas Brenda es la mejor del mundo. La fortaleza y la entrega que muestra en cada recepción y pelota que parece perdida, también la tiene en su vida, superando cada obstáculo que se le pueda presentar. Una muestra de ello son los tres premio que recibió anoche. Y vaya uno a saber que más tiene para entregar.