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La 23ª temporada de Tom Brady en la NFL llegó a su fin esta pasada madrugada después de que sus Tampa Bay Buccaneers fuesen arrollados en la ronda de Wild Card por los Dallas Cowboys por 31-14. En un desastroso partido que resume lo que ha sido el año de los de Florida, el futuro del quarterback quedará en duda sobre si decide seguir jugando o no a los 45 años.

Brady y los suyos fueron incapaces de competir ante unos Cowboys que se medirán en ronda Divisional con los San Francisco 49ers. Los de Dallas, por suerte para ellos, no se vieron afectados por el pésimo acierto de su kicker, Brett Maher (1/5 en conversiones de un punto), y gozaron de un estelar Dak Prescott.

La realidad es que Tom Brady cumplirá el próximo tres de agosto 46 años. Unos meses antes, su contrato con los Tampa Bay Buccaneers expirará y se convertirá en agente libre, pudiendo firmar con cualquier equipo de la NFL. El jugador más laureado de la historia tendrá que tomar una decisión en el futuro con tres posibles opciones: retirarse de manera definitiva, volver a firmar con los de Florida o encontrar un nuevo equipo.

Para Brady la temporada no ha sido fácil, ni dentro ni fuera del emparrillado. Luego de haber comunicado su retiro de las canchas, se arrepintió y volvió para una temporada. Pero a Tampa las cosas no le salieron bien y terminó con un registro de 8-9 que significó la primera vez que un equipo de Brady termina con registro negativo en temporada regular. Además, tuvo que comunicar su divorcio con la modelo Gisele Bundchen.

Las últimas palabras del quarterback ante los medios sonaron a despedida: “Amo esta organización. Es un gran lugar para estar. Gracias a todos por darme la bienvenida. Estoy muy agradecido por el respeto recibido y espero haberlo devuelto”. La unión entre Brady y los de Tampa Bay parece haberse desgastado definitivamente en esta tercera campaña juntos después de un inmejorable inicio cuando ganaron la Super Bowl en 2020.