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A medida que se acerca la fecha para los Juegos Centroamericanos y del Caribe Santo Domingo 2026, una pregunta flota en el ambiente deportivo dominicano: ¿tendrá el país la capacidad de albergar el ciclismo en este importante evento regional? Lo que debería ser motivo de orgullo y preparación está rodeado de incertidumbre, debido a la falta de una infraestructura adecuada y al retraso en las decisiones necesarias para construir un velódromo moderno.

Promesas y dudas: el ciclismo en el limbo

Por un lado, la Federación Dominicana de Ciclismo (Fedoci), liderada por Jorge Blas, mantiene la confianza de que la construcción del velódromo será una realidad. Según Blas, la propuesta ya fue presentada al comité organizador, y el lugar ideal sería el complejo deportivo La Barranquita, en Santiago de los Caballeros. Sin embargo, admite que la obra debió iniciarse en septiembre de 2024 para estar lista a tiempo, lo que coloca al proyecto en una carrera contrarreloj.

Por otro lado, hay voces escépticas dentro del ámbito deportivo que afirman con rotundidad que el ciclismo no será parte de los Juegos Santo Domingo 2026. Estas opiniones se basan en la falta de un anuncio oficial y en los recortes presupuestarios que ha enfrentado el país debido a las implicaciones de la reforma fiscal. Estas restricciones económicas podrían dificultar la inversión necesaria para construir un velódromo, una infraestructura clave no solo para los Juegos, sino para el desarrollo a largo plazo del ciclismo dominicano.

El valor de un velódromo: más allá de los Juegos

Para Jorge Blas, el velódromo no es solo un requisito para cumplir con los estándares de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, sino una deuda histórica con el ciclismo dominicano. “No es posible que, después de 50 años, el país no cuente con una instalación de calidad para el ciclismo de pista”, subraya Blas. Según su visión, este proyecto debería servir como una plataforma para impulsar el despegue de esta disciplina, permitiendo a los atletas nacionales entrenar en condiciones óptimas y competir al más alto nivel.

El problema, como él mismo reconoce, radica en el tiempo y la voluntad política. Construir un velódromo funcional y con estándares internacionales en apenas 19 meses es un desafío monumental. Además, no basta con edificar la instalación; el equipo nacional necesitará tiempo para familiarizarse con la pista y entrenar adecuadamente. Esto coloca a República Dominicana en una situación complicada, donde el retraso en las decisiones podría comprometer no solo la organización de los Juegos, sino también el rendimiento de los atletas locales.

La competencia por la sede: Santiago vs. La Vega

Mientras la Fedoci apuesta por Santiago y el complejo de La Barranquita, La Vega también ha levantado la mano como aspirante a albergar el velódromo en su ciudad deportiva. Este enfrentamiento por la sede podría añadir otra capa de complicación al proceso, ya que las disputas locales suelen ralentizar los proyectos en lugar de acelerarlos.

La falta de una decisión oficial alimenta la incertidumbre. Sin una dirección clara, los plazos se siguen estrechando, y las posibilidades de que el velódromo sea una realidad se ven cada vez más comprometidas.

¿Qué está en juego?

La ausencia del ciclismo en Santo Domingo 2026 sería un golpe simbólico y práctico para el deporte dominicano. No solo se perdería la oportunidad de mostrar el talento nacional en casa, sino que también se enviaría un mensaje negativo sobre el compromiso del país con el desarrollo deportivo. Por otro lado, si el proyecto logra ejecutarse a tiempo, sería un hito histórico para el ciclismo dominicano y una muestra de que, con la planificación adecuada, el país puede cumplir con los estándares internacionales.

Análisis final: promesas que necesitan acción

La situación actual del ciclismo en Santo Domingo 2026 refleja un problema recurrente en el ámbito deportivo dominicano: grandes sueños, pero poca ejecución. Aunque las palabras de Jorge Blas transmiten esperanza y determinación, el tiempo apremia y los obstáculos son significativos.

El país enfrenta una elección crítica: apostar por la inversión y dar al ciclismo dominicano la infraestructura que merece, o resignarse a que una disciplina importante quede fuera de unos Juegos en casa. La pelota está en la cancha de las autoridades, y el reloj sigue corriendo.

En definitiva, el velódromo podría convertirse en un símbolo del avance deportivo en República Dominicana, o en un recordatorio de las oportunidades perdidas. ¿Cuál será el desenlace? Solo el tiempo y las acciones lo dirán.