Óscar De La Hoya es con total certeza uno de los boxeadores más populares y admirados del cambio de siglo, eso seguro. Prominente desde su época de pugilista amateur (fue medallista de oro en los Juegos Olímpicos de 1992, celebrados en Barcelona), el estadounidense de ascendencia mexicana alcanzó los niveles más altos de su deporte y se sostuvo allí largo rato. En ese periodo de tiempo venció a leyendas de la estatura de Pernell Whitaker, Héctor Camacho y al mismísimo Julio César Chávez, a quien despachó en par de oportunidades.
Sin embargo, hubo un día en el que todo aquello se fue por la borda. Con récord de 31 victorias y ninguna derrota, Óscar se vería las caras con Félix Trinidad el 18 de septiembre de 1999, otro invicto, pero con foja 35-0. Aquel combate fue denominado como ‘La Pelea del Milenio’ por los especialistas y acabó con triunfo para el puertorriqueño a través de una decisión mayoritaria. Pero, ¿Qué fue de la vida de este púgil que echó por tierra el legado de De La Hoya? Hoy te lo contamos.
Malas decisiones
Aunque a diferencia de la mayoría de los boxeadores este boricua apodado ‘Tito’ no fue indisciplinado ni malgastó su dinero en vicios ni lujos, la suerte económica no le sonrió del todo. Hace un tiempo confesó que había perdido alrededor del 90% de su fortuna, lo cual es bastante ya que en su época de deportista activo reportó ganancias que rondan los 80 millones de dólares en total.
Según él afirma, lo que ocurrió en su caso y por lo cual acabó en debacle es que no supo a quién darle la responsabilidad de administrar sus ingresos. Esto hizo que cayera en las manos equivocadas y a pesar de que se intentó invertir en algunos rubros, no se pudo recuperar y mucho menos multiplicar. Aun así, afirma estar tranquilo con lo que tiene a día de hoy, casi 15 años después de su retiro profesional.