Hace un momento Los Angeles Rams y los Cincinnati Bengals saltarón al césped del SoFi Stadium donde disputan la final de la NFL, el Super Bowl 2022. El partido es el evento deportivo del año en Estados Unidos, pero su impacto va mucho más allá del fútbol americano. Y es que el Super Bowl es sinónimo de espectáculo y de grandes ingresos, que llegan en su mayoría, por la gran inversión publicitaria en que incurren las empresas para verse a nivel mundial.
Cada año, más de 100 millones de espectadores solo en Estados Unidos se reúnen alrededor del televisor. Esta audiencia tiene un precio y es muy alto bajo. El costo promedio de un anuncio de 30 segundos ronda los 6.5 millones de dólares, un millón más que el año pasado. Las grandes empresas tecnológicas y los productos de gran consumo son algunos de lo que acostumbramos a ver cada año, pero este domingo habrá nuevos invitados: las plataformas de criptomonedas.
El vínculo entre deporte y criptoactivos no es nuevo. El año pasado la cancha del equipo de baloncesto Miami Heat pasó a llamarse FTX Arena al incorporar el patrocinio de la plataforma de intercambio de criptomonedas con el mismo nombre. El antiguo Staples Center, cancha de Los Ángeles Lakers hoy se denomina Crypto.com Arena, dado que la empresa de criptomonedas Crypto.com compró por un período de 20 años los derechos de nombre del estadio.
Es complicado rentabilizar en el corto plazo los spots publicitarios de este evento, pues además de las cifras millonarias que se piden por el tiempo de pantalla, muchas marcas graban anuncios específicamente para la ocasión, por lo que el costo es aún mayor. Las empresas que se anuncian en el Super Bowl adquieren prestigio porque implica que puede pagar los millones que vale, lo que siempre da confianza.
El Blockchain y los NFT ya aparecen como uno de los temas candentes en los últimos barómetros sobre patrocinio deportivo. Un ejemplo, son los fans tokens que han desarrollado muchos equipos de La Liga para financiarse y ofrecer experiencias exclusivas a sus aficionados. Sucede también con los NFT que generan las propias competiciones, como la NBA, con las mejores jugadas y que emulan a los cromos tradicionales.
Otra puerta que se abrió es la de pagar el salario de deportistas de élite con criptomonedas. Russell Okung, jugador de los Carolina Panthers en la NFL, se convirtió en diciembre en el primer jugador que cobra la mitad de su salario anual, 13 millones de dólares, en bitcoin.
Las criptomonedas son un mercado extremadamente volátil donde la situación puede cambiar de manera radical de un día para otro, lo que genera una adicción similar a los juegos de azar o las apuestas.
“Cuando algo nos sale o nos sienta bien, liberamos dopamina, lo que genera un circuito de recompensas que hace que se quiera repetir la acción”, expone Laura Baliña, psicóloga sanitaria. Pero ni con las criptomonedas ni con las apuestas el resultado es siempre positivo, lo que genera un efecto todavía más fuerte. “Es un refuerzo intermitente, el que más enganche produce y más provoca que se repita continuamente esta conducta”, desarrolla la psicóloga.
Tom Brady, Stephen Curry, LaMelo Ball David Ortiz son algunos de los deportistas que cuentan con su NFT, los cuales siguen con su auge entre los famosos.