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No podemos repetirlo lo suficiente, el judo es más que un deporte. Lo que se ha convertido en un lema esencial para entender el judo es también una forma de ser y de vivir. Finalmente, lo que vemos en el tatami, la dimensión competitiva del judo, ¿no sería solo la parte visible del iceberg? Hacer la pregunta ya es responderla. Para comprender aún mejor lo que revela este enfoque de la vida, le pedimos a Haruki Uemura, campeón mundial y olímpico, miembro del Comité Ejecutivo de la FIJ y presidente del Kodokan, que nos lo cuente y qué mejor que quedarse unos momentos en la proa.
“Nunca debemos olvidar que el judo se trata de educación; el judo es educación. Cuando hacemos una reverencia al comienzo de una competencia o cuando ingresamos a un dojo, es ante todo para mostrar respeto. El judo es una herramienta educativa, especialmente para los jóvenes. Cuando se trata de competencias de alto nivel, es un deporte de combate, donde podemos lanzar, ahorcar y aplicar llaves de brazo, esto no es nada.
Así, al inclinarnos mostramos también que vamos a jugar según las reglas. Al hacer el gesto, se complementa con la palabra REI (significa gracias) Por supuesto, esto es válido durante la competición, pero también durante la práctica. No inclinarse o no hacerlo correctamente equivale a decir: ‘No me importan las reglas’, lo cual no es aceptable en nuestro deporte.
No practicamos judo por practicar, lo hacemos para mejorar, para mejorar, para evolucionar. Esto es cierto para uno mismo y para la sociedad en la que vivimos.
Los atletas que participan en las competencias siempre deben tener en cuenta que deben seguir las reglas y esas reglas son las de juego limpio y seguridad. En nuestra vida ordinaria nos damos la mano y en judo nos inclinamos.
No importa la edad o el rango. Judo sin respeto por los demás, respeto por uno mismo y respeto por el medio ambiente no es judo. Tenemos que continuar con eso para siempre. Este es el legado de Jigoro Kano.
En términos generales, puedo decir que las cosas han ido mejorando en los últimos años. El mundo del judo entiende que nunca debemos olvidarnos del arco, por lo que es y lo que representa. La gente tiende a olvidarlo y debemos recordárselo cada vez. Cuando veo que los judokas no se inclinan correctamente, solo pienso que todavía están en camino de mejorar y debemos ayudarlos a lograrlo.
Si profundizamos en la filosofía que se esconde tras el gesto, inclinarse significa que ante todo te controlas a ti mismo incluso antes de intentar controlar a tu oponente. Es una aceptación de que puedes ganar o perder y de cualquier manera necesitas poder controlar tus emociones. Por eso hay que tener mucho cuidado de no dejar que explote demasiado la alegría, o la tristeza. En el mundo moderno de hoy, esto es más importante que nunca.
Estoy muy satisfecho con el hecho de que los árbitros están dando el ejemplo. Para ellos también es importante. Una vez que se han inclinado correctamente, están listos para arbitrar y emitir el mejor juicio. Como judo sensei, también tenemos que liderar el camino y demostrar que todos aceptamos el espíritu del judo.
El judo se inventó como una herramienta social y educativa. Significa que a través del control de uno mismo somos capaces de controlar nuestro comportamiento dentro de la sociedad y ayudar a todos a ser mejores ciudadanos. Este es el gran principio de armonía y cooperación incrustado en el judo y es, en otras palabras, el concepto de prosperidad mutua para uno mismo y para los demás”.